En el plano internacional habrá elecciones en 76 países del mundo, lo que movilizará a más de 4,000 millones de personas. Bangladesh ya eligió por quinta vez a su actual primer ministro (mujer) y este domingo hay elecciones en Taiwán. En febrero acudirán a las urnas en Indonesia y Pakistán, en marzo en Rusia; y la India en abril y mayo, ahí el populista Narendra Modi encabeza todas las preferencias, en la democracia más grande del mundo si nos referimos al número de electores. El rol que juegan estas economías en el mundo puede tener un carácter determinante para el futuro de la democracia liberal que domino la escena internacional durante la segunda mitad del siglo XX y el inicio del XXI. En junio, la Unión Europea también renovará espacios legislativos y en México celebraremos la elección más numerosa de nuestra incipiente democracia. A fin de año, las posibilidades de reelegir a D. Trump en EUA no será lo más preocupante; también acuden a las urnas en Inglaterra y la posibilidad del triunfo del Partido Laboralista (social demócrata) luego de 5 triunfos al hilo del Partido Conservador (Brexit para acá). El impacto del conjunto de todas las elecciones no podrá medirse globalmente, pero se espera, sin duda, que los cambios en la geopolítica sigan dando sorpresas.
Para el caso nacional, el principal giro hacia las elecciones con un clivaje redistributivo, se han instalado en el país de forma consistente y salvo que surja un nuevo liderazgo nacional o el fracaso de la 4T se presente estrepitosamente en estas campañas, la casi segura primer presidente de México, Claudia Sheinbaum prolongará el exitoso proyecto político de su líder fundacional. La oposición ha cometido errores sistemáticamente y en vez de competir por separado, dados los fracasos de sus coaliciones electorales, ahora profundizan la crisis de credibilidad de sus cuadros dirigentes, que están más preocupados por el reparto de cuotas, que por las estrategias de gobierno. El llamado “spolls system” o sistema de botín, alude a la práctica recurrente de distribuir los cargos de gobierno entre aliados y militantes. Los convenios que develó recientemente Marko Cortes, son la cruda expresión de su fracaso cultural; nunca entendieron que lo que más le convenia a nuestro sistema democrático no era necesariamente, lo que más redito les daría a ellos y sus carreras políticas. Nuestra clase política ha fracasado rotundamente: de un lado Morena sigue repitiendo el nocivo presidencialismo autoritario con un servilismo tan acomodaticio que recuerda a las peores épocas del priato. El PAN que tranquilamente pudo haberse convertido en la oposición al partido en el gobierno, prefirió disputarse las migajas del poder menguante del PRI y arrastrar al PRD a sus peores niveles de oportunismo. A nadie debe sorprender que este año se replique la dosis del Estado de México, con una candidata que no puede alcanzar al primer lugar y unos partidos más preocupados por sus cuotas que por sus programas. No hay alternativa en el horizonte político. Solo antagonismos.
Tampoco será sorpresa que, en el plano local, la coalición del PRI-PAN-PRD-NA gane en ciudades de clase media con altos niveles de participación en las secciones dominadas por el panismo, que apuntalados con los votos priistas hagan la diferencia. Ahí triunfará el antiobradorismo, no su oferta política. En otros municipios medianos y pequeños, en donde los liderazgos priistas son muy fuertes, se esperan triunfos de sus abanderados, pero la disputa real estará en los 20 municipios de mayor lista nominal los cuales concentran el 68.60% (8,489,954 de electores) y contienen 33 de los Distritos de Mayoría. Morena apuesta a ganar la mayoría constitucional en la Cámara de Diputados y aportar el mayor volumen de votos para su partido a nivel nacional. Se puede dar el lujo de perder entre 50 y 70 municipios y si mantienen los 31 que actualmente tiene por sí solo, (2021) y si recuperan alguna ciudad simbólica como Toluca, el inicio del mandato de la Gobernadora Delfina Gómez seguirá siendo terso y entonces sí, veremos el inicio de la transformación del sistema político dominante durante todo el siglo XX en nuestra entidad.