Diana Mancilla Álvarez

El sueño de la vivienda propia

Es innegable que el Estado de México ha logrado desarrollarse a niveles de primer mundo, pese a las condiciones adversas que han debido enfrentar los gobiernos estatales y municipales, como el incremento exorbitante de la población, sobre todo de escasos recursos.

Oleadas de migrantes de otras entidades llegan cada año a buscar mejores oportunidades de bienestar en la zona metropolitana. Hace décadas llegaban directamente a la Ciudad de México, pero con el tiempo la “Ciudad de los Palacios” empezó a expulsarlos a la periferia y de esa manera se empezaron a formar cinturones de miseria en torno a la CDMX, pero en municipios del Estado de México.

A partir de los años 50 se creó una importante colonia oaxaqueña, por ejemplo, en Ciudad Nezahualcóyotl, que luego se extendió a Chimalhuacán y La Paz.

De unos años a la fecha han surgido asentamientos emergentes, irregulares, gracias a la presencia de la organización político-social Antorcha Campesina, que promueve la invasión de terrenos, generalmente baldíos o abandonados, que luego son fraccionados y repartidos entre sus seguidores.

Laura Castillo García, vocera de la organización, justifica ese proceder: “Los asentamientos irregulares tienen su origen en la necesidad de vivienda barata de millones de trabajadores mal pagados a pesar de que laboran entre 14 o 16 horas diariamente”.

Agrega que el incremento de población en las grandes ciudades eleva el costo de la vivienda que requieren los nuevos trabajadores capitalinos, quienes generalmente obtienen sueldos de miseria debido a que en el mercado laboral hay decenas de candidatos a ocupar el espacio conseguido después de mucho buscar y batallar.

“Para no seguir echando el dinero -que mucho les cuesta obtener- en el saco sin fondo de renta de vivienda, millones de familias mexicanas prefieren hacerse de un terreno -aunque sea en zonas de alto riesgo como laderas de cerros, terrenos inundables y márgenes de ríos-, para construir sus modestas viviendas al ritmo que puedan”.

“Así surgen los asentamientos irregulares en donde generalmente las viviendas están construidas con materiales de desecho y, por tanto, presentan deficientes condiciones de habitabilidad, pues carecen de servicios urbanos básicos como agua potable y drenaje, entre otros, pero eso no importa porque al fin y al cabo ya serán los dueños de buenas o malas viviendas, pero suyas al fin”.

Ahí está la clave de que existan lugares como la colonia Lázaro Cárdenas en Tlalnepantla, donde recientemente se registró un deslizamiento de rocas que derivó en la muerte de tres personas y en el desalojo de cientos de familias, por el riesgo que representa vivir en un lugar como ese.

También es el origen de lugares como La Laguna-Chiconautla, asentamiento promovido por Antorcha Campesina que vive eternamente encharcada, porque simplemente carece de drenaje. Todas las casas cuentan con fosas sépticas que no sirven para nada ante las inundaciones por lluvias.

Antorcha promueve la creación de esos asentamientos porque sirve a sus intereses, pero luego hace poco para promover la introducción de servicios urbanos básicos, porque de no ser por las manifestaciones y marchas de protesta, no tienen otros argumentos para exigir a los gobiernos la dotación de servicios.

Como el Chiquihuite o La Laguna, hay cientos de asentamientos en las mismas condiciones.

ASME


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