Imagine que recibe una llamada de madrugada, una llamada que evidentemente no espera, y que al contestar le informan que un conocido, ni más ni menos que su jefe en el trabajo sufrió un accidente y que usted debe decidir si le amputan un brazo o de lo contrario puede perder la vida.
Con esa disyuntiva inicia la novela Historia de las cosas perdidas, del escritor Jorge Alberto Gudiño, (CDMX, 1974), quien, a diferencia del protagonista de su obra, dice que él ante una llamada telefónica de ese tipo hubiera colgado el auricular.
“Me parece que habría colgado el teléfono.
Yo sé que con esa aproximación se termina la novela, pero me preguntaste qué habría hecho yo, o sea, entre que uno está dormido, no acaba de entender bien y le están poniendo demasiada responsabilidad encima, me parece que habría colgado el teléfono”, se sincera.
Roger, el protagonista de la nueva obra literaria de Gudiño y publicada bajo el sello de Editorial Alfaguara toma otra decisión, distinta a la de colgar el auricular, con lo que inicia una trama que va del suspenso a la reflexión y que mantiene al lector intrigado respeto a cómo evolucionará la obra.
Así lo explica Jorge Alberto Gudiño
“Justo de algo parecido va casi toda la novela, de cómo tenemos que tomar decisiones para las que no estamos totalmente capacitados o de cómo, aún cuando de manera teórica sabemos qué haríamos, a la hora buena uno se puede desmoronar.
“Es decir, si la ecuación es el brazo o la vida, pues es fácil de resolverla, por muy doloroso que sea, pero sí es uno el que lo tiene que decidir sobre otro se complican muchísimo las cosas”.
Pero Historia de las cosas perdidas tiene otra trama en la que está inmersa la humanidad entera, relacionada con aquellos objetos que en algún momento de la vida tienen un significado importante para quien lo posee pero que llega un momento en que pareciera perderlo.
Roger y Andy, otra de las protagonistas de la novela, trabajan en Vestigios, empresa dedicada al análisis de la basura para determinar hábitos de consumo.
Por lo que los desechos son un elemento que está consistentemente presente a lo largo de la obra y es justo donde la trama invita al lector a reflexionar sobre el particular.
“Es una reflexión doble, la primera porque no todo lo que tiramos a la basura de manera natural, no necesariamente es basura para los demás: y lo vemos en los pepenadores que van separando botellas, cartón, metal, etcétera.
“Por otra parte, a veces tiramos cosas que consideramos valiosas, que no lo son para los demás. Hay cosas que hemos guardado durante años a la espera de un evento importante que nunca llega y también hay cosas que hemos perdido y no estamos enterados que están perdidos: ejemplo, el anillo de graduación, llevo años sin verlo, probablemente esté guardado en algún lugar donde lo dejé, pero si no estuviera no pasaría nada porque en realidad no lo uso”, explica.
¿Somos, desde la óptica de la novela, acumuladores compulsivos?
“Parece que en muy buena medida sí, pero no creo que esté mal.
Un día discutía con unos amigos y me decían que porqué tenía los libros que tengo si la mayoría ya los había leído. Conozco gente que todavía tiene mucho apego a su colección de Cd´s, que ya nunca escucha”.
Al respecto de las cosas perdidas, hay una escena del libro donde se menciona una palabra perdida, que se usaba hace décadas y ahora ya no existe.
“A mí me gustaría ser un acumulador compulsivo de palabras”, dice José Alberto en entrevista virtual.
El autor confiesa que en lo personal ha perdido, hablando de cosas materiales, manuscritos de textos que estaba escribiendo y que eso ha sido muy doloroso para él.
“Tengo la manía de escribir a mano o de empezar escribiendo a mano las novelas, los cuentos, y si no se han transcrito, perder el cuaderno es perderlo todo. He perdido algunas páginas de manuscritos originales”.
Interrogado sobre lo que para él como escritor qué cree que ha perdido la sociedad, sin dudarlo comenta que la empatía hacia los problemas de los demás.
“Vivimos en una época en la que cada uno de nosotros piensa en sí mismo con soberbia. Si alguien se pasa el alto, le tocamos el claxon, si nosotros nos pasamos el alto encontramos una justificación para salir del paso.
“También hemos perdido mucho con la inseguridad y sobre todo en zonas determinadas del país.
Cada vez son más amplias estas zonas: andamos viendo hacia atrás, pensando dos veces la ruta que vamos a seguir, horarios.
No solo es triste que se pierda la tranquilidad, es muy grave”, concluye.
SEGUNDO TEXTO
La obra de Gudiño.
Jorge Alberto Gudiño ha sido galardonado con el premio Lipp, otorgado por su novela Con amor, tu hija.
Su obra se complementa con los títulos: Justo después del miedo; Instrucciones para mudar un pueblo y Los trenes nunca van hacia el este.
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