Allí estaba muy atenta el martes, al debate último de Trump y Kamala. Ella espléndida, sonriente — cuidadosa de lo que decía — e inteligente. Trump, como siempre: con la razón que no tiene. En siete puntos relevantes del polémico episodio, por supuesto que la migración era el más. Hasta victimizó a los pobres gatos y perros de Ohio que los haitianos se están comiendo. Llegan migrantes de prisiones e instituciones psiquiátricas. Asesinos y locos. ¡Nos invaden!, dice.
Nunca ha sabido que ellos nos quitaron la mitad de nuestro territorio. La zona que hoy se conoce como México fue el hogar de civilizaciones avanzadas como los Olmecas, Mayas, Zapotecas, Mixtecas, Mexicas, Aztecas desde hace 2500 a.C., con un notable desarrollo cultural. Pero por supuesto, eso Trump no lo sabe.
Pienso en mi país, con 80 millones de muertos de hambre que, como única y triste alternativa de vida, es buscar un nuevo estilo de vida: el sueño americano. ¿Por qué? ¡Por hambre! ¡Por necesidad!
Mi gente no tiene para comer. Y ellos piensan que debería pasar el sólo por hoy, con una tortilla para ellos y su gente. Todos, por supuesto, mexicanos. Todos, por supuesto, dignos. Todos, por supuesto, dentro del marco que establece que somos iguales en todo momento y en cualquier circunstancia.
A lo largo de nuestra época moderna, durante los siglos XIX y XX, la más importante transculturación migratoria que se ha dado, a partir de los más de dos mil kilómetros de frontera en común, ha sido la que comparten México y los Estados Unidos de Norteamérica. El resultado de esta experiencia en común revela que el enriquecimiento práctico y cultural que se obtiene a través de la migración beneficia a quienes aportan la inmigración, así como a aquellos que la reciben. A los dos.
En las últimas tres décadas la situación ha cambiado para México substancialmente, ya que los fenómenos sociales en Centro y Sudamérica han hecho que una gran cantidad de transmigrantes se concentre en nuestro país, con el fin de emigrar a Estados Unidos, esperanzados por conseguir un mejor estilo de vida.
Los tres países con el mayor número de emigrantes en el mundo son: India, 15.6 millones; México, 12.3 millones y Rusia, 10.6 millones. En 2020, México se posicionó como el país de América Latina con el mayor número de emigrantes internacionales con casi 11.2 millones. Venezuela y Colombia ocuparon el segundo y tercer lugar, con cinco y tres millones, respectivamente.
La demografía tiene que ver, para nuestro muy personal entender, el principal problema que se está generando en nuestro país. Y como la migración es nuestro tema, muchos de los logros que se pretenden están relacionados con toda la gente que va a trabajar a Estados Unidos. Nuestra Gente.
Así pues, al ver que no son socorridos con un trabajo digno en sus principales poblados y municipios, pues primero que migrar hacia la ciudad, y luego, ver cómo llegan a Estados Unidos que, como promesa, hay garantía de labores en la agricultura.
Los indicadores o parámetros que permiten medir la situación actual de la migración son los cientos de migrantes que van primero —como ya se mencionó— a las ciudades cabeceras; después, hacia los centros más poblados. Así, de repente, las ciudades están repletas de hombres y mujeres que ya no pueden trabajar como lo habían hecho por décadas en sus distintos poblados o rancherías, deberán recorrer lo no conocido, para así habilitarse de cualquier cosa.
Entendemos que el principal problema que esta gente atraviesa es el desempleo, sin alimentación, sin alternativas de salud ni de seguridad social –hablamos de ellos y de sus familiares- carentes de educación y cultura.
De allí, las distintas ciudades, como Guadalajara, Monterrey, Baja Norte, Ciudad de México o algunas del Estado de México –polos de desarrollo cada vez más sostenidos- los expulsan. Los migrantes llegan como pueden a Estados Unidos, muchos mueren en el intento.
Los transmigrantes vienen desde distintos lugares del centro y del sur de nuestra América Latina. Quieren alcanzar el sueño americano. Usan el territorio mexicano para cruzar las dos fronteras. Recientemente los grupos policiacos del Instituto Nacional de Migración, que depende de la Subsecretaría de Población y de Asuntos Migratorios, de la Secretaría de Gobernación, -Secretaría del Interior de México- les han ayudado. Más que eso, son personas que se la pasan atrapando materialmente a los “pollitos” y expulsándolos de nuestro país. Similar a lo que ocurre en la frontera estadounidense, con todo y ríos El Bravo, y el Grijalva.
Pocos son los inmigrantes que se quedan en nuestro territorio nacional. Muchos lo hacen porque no pueden pasar “al otro lado”. Alguno de los casos más sonados es el de los chinos que se quedan, aún teniendo un solo pasaporte: El Instituto de Migración los llama formas migratorias, y como todos se parecen, una sola forma les sirve para una misma familia. Este también es un problema, porque por muchas de nuestras fronteras, pasan personas del oriente y de países socialistas, que desean quedarse como los venezolanos, colombianos, centroamericanos, haitianos o cubanos.
Esos que dice Trump que se comen a los gatos y a los perros… Como él está gordito, que tenga mucho cuidado.
gildamh@hotmail.com
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