Cada inicio de administración pública federal está acompañada de propuestas e iniciativas para mejorar la gestión del agua en México. Algunas ocasiones con cambios de forma y en otras, con anuncios de cambios que parecen de fondo. Lo que es cierto es que deben responder a una base más amplia de políticas que conformen una visión de país en un gran acuerdo nacional. Cuando el cambio de gobierno federal viene acompañado, como en este caso, de una amplia aceptación y elección popular, y de un cambio de modelo de país, las oportunidades de transformación de fondo pueden ser muchas.
Esto depende de múltiples factores, que los designados cuenten con la experiencia y conocimientos necesarios o que se conforme un grupo amplio de trabajo con expertos en el tema, pero adicional a esto, es necesario realizar el trabajo que les dé sustento.
Ya sea con la gestión nacional o la de los diferentes sectores, no basta con intentar la mejora operativa e infraestructura; sin embargo, los problemas son tantos, que requieren atención inmediata. Es muy fácil que los responsables se vean abrumados en la búsqueda de la solución y queda poco tiempo para la construcción de los cimientos necesarios para un nuevo modelo de gestión, tan necesario para el cambio estructural.
Los temas que son necesarios definir previamente, o al inicio de una propuesta de nuevo modelo de gestión son la definición de la política nacional del agua, en la que se establezca qué papel tendrá el líquido, si será considerado recurso natural, o elemento natural. Si se le asignará un precio de acuerdo con las fuerzas del mercado o se asignan precios como instrumento económico para su uso responsable. Definir también cómo se financiará al sector. Quién, cuánto y cómo pagar por el aprovechamiento y consumo. Cómo conciliar el derecho humano al acceso a ella, así como la perspectiva de la prestación de los servicios relacionados.
En el sector agrícola, hace falta definir quienes serán los beneficiados de los subsidios al cobro de los derechos. Qué instrumentos económicos se habrán de crear para ello. Determinar si los cultivos deben elegirse de acuerdo con la disponibilidad. Para los servicios ecosistémicos se deben establecer también cuáles serán sus instrumentos, cómo evitar la contaminación y preservación de los elementos naturales de los que depende el equilibrio económico.
Para el sector industrial, establecer los instrumentos que habrán de equilibrar el bienestar social con el económico, empezando por definir la política económica industrial que México seguirá.
En cuanto al uso doméstico y uso público urbano, mucho que definir respecto al modelo de gestión, tanto por la menor disponibilidad y el aumento constante de la cantidad de agua necesaria para satisfacer las diferentes necesidades. En un país con recursos limitados, como México, no podemos darnos el lujo de explorar opciones. De ahí la necesidad de definir las políticas económicas del agua, si hay enfoque en aumentar la oferta o controlar la demanda.
Cuando se defina cuál es el plan, qué hacer en qué momento, qué tecnologías utilizar y, en especial, determinar quiénes serán los responsables de su gestión.
Aún hay fragmentación, así como décadas de rezago en la infraestructura existente. Con tanta falta de información, por supuesto, no se puede detener la prestación de los servicios públicos, pero nunca se debe olvidar la determinación de estos y otros puntos no mencionados.
PAT
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