FILEM, recuento de daños

La Feria Internacional del Libro del Estado de México FILEM 2023 concluyó sus actividades el pasado 3 de septiembre, después de 10 días de un cóctel de diversos eventos. Como lo dije en otra columna, este año estuvo dedicada a la dramaturgia y fuimos testigos de diversas representaciones teatrales y otras actividades llamativas que valieron la pena (por ejemplo el premio a Rosa Montero y los homenajes a mi querido amigo José Luis Cardona y a Bertha Balestra).

Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas en la vida, y menos en la cultural. A propósito de ello, retomo algunos conceptos de un querido amigo mío, que por lo regular es flemático y guarda sus emociones. Tengo otros amigos y colegas más cercanos al dios Marte que no tienen pelos en la lengua y me expresaron su decepción sobre la feria, pero justamente retomaré lo vertido por el primero por su temple que me sorprendió. 

Este colega decía que estuvo dos o tres días en la recién concluida Feria Internacional del Libro del Estado de México (FILEM). Dijo que se encontró con eventos buenos, regulares y otros francamente pésimos, como en todos lados…

Pero hubo algo que destaca como signo distintivo de todos ellos: el descuido en más de un sentido y una mala organización de casi todos los eventos en los que pudo estar. Lo citaré aunque no revelaré su nombre: 

“Más allá de la incertidumbre por el cambio político que se avecina en el estado, creo que lo que verdaderamente amenaza a esta joven feria del libro no es el cambio del partido gobernante (confío en que haya sensatez, que es mucho pedir para el grueso de los políticos), sino el descuido en los eventos, la falta de sensibilidad para con los autores, la improvisación, la pobre difusión de los eventos y de la feria en sí, el escaso público, el desaseo que se percibe en las instalaciones, la pobre asistencia de editoriales prestigiosas, etcétera. Tal vez sea el momento de reflexionar seriamente sobre lo que queremos en adelante para la feria del libro del estado más importante del país”.

Dice el adagio popular que cada quien habla como le fue en la feria. Yo en lo personal no tuve ocasión de asistir a un nutrido número de eventos, pero puedo hablar de mi propia experiencia, pues presenté mi novela Del lamento al olvido en el Foro Castálida el domingo 27 de agosto. Imaginé que, por tratarse de un premio internacional, la difusión por parte del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal sería eficaz, pero lamentablemente asistió poco público. No me lo tomo personal, porque así sucedió con otros eventos y en otros años también me ha tocado ver un puñado de asistentes en presentaciones de libros del CEAPE. Bueno, digamos que eso es peccata minuta. Lo triste es que coincido con mi amigo con algo delicado: la falta de sensibilidad para con los autores (por lo menos conmigo). De ello hablaré en mi próxima columna. 

TAR