cempasúchil

La flor de cempasúchil desde el invernadero de la familia Castañeda Cruz

Por Alejandro Baillet

Sus pétalos amarillos guían a los muertos durante su visita al mundo de los vivos, ya que se dice que contienen el color y el aroma a fuego del sol, sí, es la flor de cempasúchil, la cual nace también en Chalco.

Ahí, en un invernadero enclavado en San Martín Xico Nuevo, la alfombra amarillo candente se expande frente a los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl.

Miles de plantas que las manos de María de la Cruz de La Rosa se esmeran en mantener cuidadas, refulgentes, listas para adornar los altares y guiar a los difuntos para que lleguen sin contratiempos.

“Empezamos a germinar la semilla en junio, en agosto ya se comienza a trasplantar y a darle el procedimiento como regarle el agua, fertilizarla y la ponemos a la vente en octubre”.

“Justo es en este mes cuando los compradores ya se acercan para llevarse por mayoreo”, relató la mujer que en sus manos lleva aún la tierra con la que le da vida a sus plantas.

Cultivan cempasúchil desde hace 15 años

Desde hace 15 años María y su esposo Andrés Castañeda escarban la tierra, la limpian y van sembrando esa flor, la cual, según los ancestros mexicas surgió de una historia de amor, Xóchitl y Huitzilin.

Los esposos de Chalco tal vez, mientras labran la tierra recuerden a esos niños que se amaron y durante años subían a lo alto de una montaña para regalarle flores a Tonatiuh el dios del sol y frente a él se juraron amor eterno.

Una tierna historia

Tiempo después Huitzilin tuvo que ir a la guerra y Xóchitl se enteró que él había muerto.

Ella subió a la montaña por última vez para rogarle a Tonatiuh que la uniera para siempre con su pareja. El dios convirtió a la joven en una flor amarilla como el sol.

En esa flor, se reposó un colibrí en el centro. La pequeña ave era Huitzilin, y apenas él llegó, la flor se abrió en veinte pétalos.

El invernadero de cempasúchil

El cempasúchil va creciendo y pintando los mil metros cuadrados del invernadero de San Martín Xico Nuevo, el único, asegura María, en la Zona de los Volcanes y, hasta donde van desde Amecameca, Tlamanalco, Chimalhuacán, Neza u otras comunidades para llevarse las flores en maceta.

De la Cruz hace sus cuentas y revela que plantan de 4 a 7 mil macetas, las cuales se acaban antes del 28 de octubre.

“Mi esposo es ingeniero agrónomo y empezó a sembrar la flor de cempasúchil y ahora es un invernadero, nosotros lo que tenemos es la de maceta, porque hay las otras de vara.

“Las de maceta duran más porque se pueden trasplantas o dejar en la macetita, mientras que las otras se cortan y se secan enseguida”, aconsejó la experta.

La familia Castañeda de la Cruz no se queda con los brazos cruzados, pues apenas pasan los días de muertos, de inmediato limpian la tierra y la preparan para sembrar jitomate de invernadero, pero esa es otra historia.

ASME


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