Gerardo Díaz, el nombre que hoy se abre paso en la escena musical del regional mexicano, nació y creció en La Calera, un pequeño y pintoresco pueblo de Guerrero. Su camino hacia el éxito ha sido de creencia y resiliencia, que le hizo forjar la determinación necesaria para destacar en el ambiente artístico.
Gerardo Díaz: Una voz que surge desde La Calera
Los primeros años en la vida del artista se forjaron entre el ambiente del rancho y las aguas, toda vez que su lugar natal está pegado al Río del Oro que se abre espacio entre la tierra para formar una enorme laguna. Fue en ese entonces que escuchaba a su padre cantar, quien cree pudo heredarle el gusto.
“Nacimos en un pueblito, llamado La Calera del municipio de Zirandaro, Guerrero y ahí iniciamos, dijera aquel, crecimos como todos, mi papá era campesino, mi mamá trabajaba en un restaurante de mojarra y también ahí andábamos sacando la mojarra para el restaurante.
“A mi papá siempre le gustó cantar, pero solo cuando estaba con unas copas encima y canta muy bonito, es muy bueno para los versos, muy dicharachero, tal vez de ahí venga el gusto, porque no hay ningún músico en la familia”, comentó.
Desde muy pequeño, Gerardo mostró un talento natural para la música, teniendo en su madre a su primera admiradora y a unos compañeros de la escuela sus primeros promotores, quienes inscribieron al cantante a un concurso de talento para ayudarlo a vencer la vergüenza y descubrir su potencial.
“Éramos como 30 que pasamos, se quedaron 10 y yo quedé en primer lugar. Ahí fue cuando pensé que sí la hacía para la cantada, luego tuvimos que cantar otra canción y se me hizo chistoso porque yo canté la misma, no me sabía otra y fue la canción del Rey Pobre, que fue la primera que me aprendí y ahí quedé en segundo lugar y ¡qué bueno! porque ya no tuve que ir a concursar, te digo que me daba mucha vergüenza, así que, de lo malo, lo mejor”, recordó entre risas el cantante.
Inicio formal
Cuando estaba por llegar a los 20 años su “camino” tomó forma luego de que lo invitaran a realizar una prueba con una banda, la cual, de inmediato notó el talento de Díaz. Allí comenzó su carrera hasta llegar a ser solista tras llamar la atención de una importante empresa.
“Yo empecé cuando tenía 19 años, me hacen la invitación para que me calaran en una banda, canté una canción y dijeron que sí traía talento, que me quedara, así fue que iniciamos con lo de la cantada con la Banda Palmitas.
“Después entré a otra agrupación que estaba más acomodada y posteriormente decidí salirme, que es cuando me habla Afinarte Music, que ahí están Los Carnales, El Fantasma y como dices, fui tocando puertas y pasó que me buscaron, ahí fue cuando empezamos a sobresalir más, ahí ya tenía unos 28 años”, mencionó.
A medida que crecía, Gerardo comprendió una verdad esencial: la importancia de seguir adelante, sin dejarse vencer por los malos comentarios. La música, para él, no solo era una vocación, sino una misión. En un medio tan competitivo como el artístico, entendió que la paciencia era una virtud indispensable. Cada rechazo, cada crítica, eran oportunidades para aprender y crecer.
“Tratamos de poder adaptarnos al ambiente que ocupa el crecer como artista, nos metimos más a clases de canto, ha sido algo muy bonito. Aunque en esto lo que se necesita es la perseverancia, el no sentirse mal por malos comentarios; porque en esto de la artisteada hay muchos malos comentarios de otros mismos artistas o de personas que no les caes bien.
Si te clavas en eso no te superas, tienes que seguir adelante, hay que tener en cuenta que va a haber mucho trabajo, mucho tropiezo, pero no hay que quitar el dedo del renglón”, consideró.
La paciencia es un gran don, y en la industria de la música, una necesidad pues Gerardo mencionó que, aunque existen algunos casos, en la mayoría de los procesos de un proyecto artístico se necesita no desistir
Constancia y perseverancia
El cantante continúa abriendo puertas a través de su talento y acercamiento con la gente, algo que le ha permitido cosechar logros personales como un homenaje a Joan Sebastián que anunciará en un futuro cercano, mismo que realizó en acompañamiento de la banda Cruz de la Candelaria, quien acompañaba el icónico cantautor.
Sin embargo, una de las mayores satisfacciones de Gerardo es ver la felicidad reflejada en los rostros de sus padres. Desde sus primeros pasos en la música, su madre fue su principal apoyo. Con su aliento constante y su fe inquebrantable, ella le enseñó a no rendirse nunca. Este apoyo maternal fue un pilar fundamental en su carrera, dándole la fuerza necesaria para enfrentarse a los desafíos del camino.
“Mi familia siente muy bonito, los subo mucho a mis redes sociales y mi papá me dice que ahora me va a cobrar porque ya también se toma fotos con la gente y mi mamá es otra cosa aparte, ella desde que estaba morrito me decía que cantaba muy bonito, ella es a la que más le miró contenta.
Mi mamá fue la que siempre me dio todo el apoyo, yo me quería ir a Estados Unidos y cuando se me presentó la oportunidad de cantar ella me animó y por ella fue que nos metimos”, compartió.
Hoy, Gerardo Díaz se siente orgulloso de sus raíces y de su origen en La Calera. Sueña con llevar la música de tierra caliente a todos los rincones del país. Más allá de ser un artista, desea ser un embajador de su pueblo y del estilo de vida en el rancho. Su música no solo busca entretener, sino también representar con orgullo la cultura y las tradiciones de su tierra natal.
“El sueño, en cuanto a la música, es ser escuchado en toda la República Mexicana y, por supuesto hacer una gira para llevarles la música de tierra caliente a todos lados, porque siento yo que el sello que traemos es el interactuar con el pueblo, traer historias verdaderas del rancho, con palabras no tan sofisticadas al cantar sino las que usamos nosotros.
El cantante inició su carrera gracias al impulso de su madre y amigos que lo inscribieron a un concurso
Yo quiero representar a mi pueblo, mucha de la música que he hecho son mis vivencias allá, varios videos los hemos grabado allá también y ahorita gracias a Dios ya están volteando a ver La Calera, ubican donde está, a veces hasta se toman fotos ahí en la casa cuando no estoy”, concluyó.
Gerardo sabe que su camino aún tiene mucho por recorrer, pero está listo para seguir avanzando, con la misma tenacidad y pasión que lo han llevado hasta aquí. Su historia es un testimonio de perseverancia y amor por la música, una inspiración para todos aquellos que sueñan con alcanzar sus metas sin olvidar sus raíces.
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