Se acabaron las incertidumbres respecto a los dos debates que obligatoriamente debe organizar el IEEM y todo apunta a que ambas candidatas se presentarán a las dos ediciones anunciadas para el 20 de abril y el 18 de mayo.
Sin duda este tipo de ejercicios son saludables para los procesos electorales porque permiten a los ciudadanos la confrontación directa de las propuestas sobre lo que cada aspirante espera que sea su gobierno en caso de recibir el apoyo ciudadano.
Es un escenario en el que los votantes podemos observar no sólo los discursos y las promesas sino también las reacciones de quienes pretenden liderar la administración estatal durante los próximos seis años.
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Podremos comparar el comportamiento de las candidatas, su capacidad de respuesta ante situaciones que plantee su contrincante e incluso asomarnos un poco a observar cómo serán sus reacciones en situaciones complicadas, algo recurrente en gobiernos estatales.
También permite que observemos con quién podemos identificarnos mejor, a quién vemos siendo nuestra representante ante otros gobiernos, en mesas de empresarios e inversionistas para convencerlos de traer su dinero a la entidad para generar empleos y recursos.
Morenistas y priistas deberán diseñar muy bien sus estrategias y preparar con antelación suficiente los mensajes que esperan dar pues el tiempo que se prevé para ello será muy breve, apenas una hora para abordar cuatro temas que se definirán en la cercanía de cada fecha.
En este panorama, es probable que cada candidata apenas pueda expresarse en cada ocasión por unos cinco minutos como máximo, lo que las obligará a ser muy concisas y directas en las propuestas y mensajes que lancen a la ciudadanía.
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Además, si bien ambos ejercicios pueden ser muy relevantes para el resultado del proceso electoral, la temporalidad de cada uno marca características distintas; lo que ocurra el 20 de abril determinará el destino de lo que reste de campaña y los primeros ajustes de los equipos.
El segundo debate, el del 18 de mayo, contará con el valor agregado de cercanía con la jornada electoral, básicamente, considerando el tiempo de la veda, después de esta fecha los equipos de campaña apenas tendrán una semana para recomponer fallas.
Dadas las condiciones de estas campañas tan cortas, la solicitud de los priistas para realizar cinco debates era impensable, básicamente un completo absurdo, con ocho semanas y media para las campañas, las candidatas y sus equipos estarían absortos en estos ejercicios.
A final de cuentas, parece ser que la propuesta sirvió como elemento de negociación para garantizar la presencia de la morenista en los ejercicios; aunque todo apunta a que la decisión de asistir responde más a un buen cálculo de daños.
La organización de dos confrontaciones de ideas y propuestas permite que no se pierda el interés por lo que pueda ocurrir en ellas, por el contrario, suscita la posibilidad de que los ciudadanos tengamos intención de verlas con mayor detalle.
¿Podemos esperar acusaciones de la priista sobre los diezmos de Texcoco o los faltantes de la SEP? ¿Retomará la morenista la descalificación a los gobiernos anteriores y la repetición del discurso presidencial sobre la corrupción? Sería inocente no pensar que así será.
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