La despenalización del aborto en México ha sido una lucha por obtener el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpas –esos territorios de personas con genitalidad femenina objetivizadas a lo largo de la historia– lo que habla de una deuda histórica enmarcada por la sujeción como ciudadanas de segunda al patriarcado.
En el Estado de México, hablar de aborto, es enfrentarnos a un entramado social y cultural proveniente de un contexto en extremo conservador, donde las mujeres han comenzado hace algunos años, muy pocos en realidad, a reclamar su espacio en el mundo.
El silencio había sido la tónica a seguir, a pesar de contar con mujeres tan destacadas como Sor Juana Inés de la Cruz, Remedios Ezeta Uribe, Matilde Zúñiga, Adelina Zendejas Gómez, María Teresa Jarquín Ortega, Norma Ivonne González Arratia y María Teresa Olguín Gutiérrez, por mencionar a algunas.
La Primavera Violeta irrumpió en el activismo a partir del año 2017, las primeras marchas comenzaron con timidez cada 8 de marzo, hasta ser parte del paisaje de la capital mexiquense. Poco a poco el feminismo comenzó a ser parte de las pláticas que permiten subvertir las brechas generacionales de madres e hijas, y hasta abuelas que acompañan los pasos de las que gritan: ¡Ni una más! ¡Ni una menos! y ¡Vivas nos queremos!
Poco a poco, han proliferado en la entidad colectivas, asociaciones y grupos de feministas con la presencia de estudiantes, madres de familia, profesionistas, emprendedoras y de más, organizadas para revertir el maltrato sistemático del que hemos sido objeto a lo largo de los tiempos.
Esta lucha dio inicio en 1936, con una primera disertación al respecto. En 1976 se presentó la primera iniciativa de ley, a cargo de la Coalición de Mujeres Feministas, seguida de una primera manifestación feminista en 1978, con sede en el monumento a la Madre.
En 1979 se presentó un proyecto de ley sobre Maternidad Voluntaria. Cuando en 2007 se logró la despenalización del aborto en la Ciudad de México, algunas mujeres creímos que sería una cuestión de tiempo para que pudiéramos contar con el mismo derecho, sin embargo y a pesar de estar a corta distancia geográfica de la Ciudad de México, hicieron falta 17 años para lograr la justicia histórica.
Tuvieron que alinearse los astros, y comprender que #EsTiempodeMujeres para que las legislaturas vieran el tema que habían ignorado por tanto tiempo, sin escapatoria posible.
Es el colmo de la injusticia, que las mujeres lidiemos con brechas de género, maternidades autónomas, altos índices de inseguridad y falta de garantía en muchos de nuestros derechos.
Aunque se diga que en el Estado de México no existe una sola mujer privada de la libertad por un aborto, tenemos otros datos y para ello les recomiendo leer: Fortuito de la periodista periodista Luciana Wainer, que muestra la otra cara de la criminalización de la interrupción del embarazo en México. Aquí documenta y reconstruye, a través de testimonios, entrevistas, expedientes y datos, las historias de cinco mujeres: Dafne, Susana, Aurelia, Malena e Imelda, encarceladas tras un aborto espontáneo, un parto fortuito, una emergencia obstétrica, y sentenciadas a condenas severas por homicidio u homicidio en razón de parentesco. Apenas cinco historias entre cientos, quizás miles, ocultas debido a vacíos legales y artimañas jurídicas que las vuelven imposibles de rastrear en una sociedad donde la violencia impera.
Para contarles la historia completa y cómo se debe, continuaremos mañana…
PAT
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