¡Hasta pronto Yaqui!

Al coronel Alfredo Valdez Rivas, lo conocí el mes de septiembre de 1994.
Tenía pocas horas de haber protestado el cargo como gobernador del Estado de México Emilio Chuayffet Chemor y de haberlo designado como director General de Seguridad Pública y Tránsito.

El primer encuentro fue ríspido. Yo a quererle sacar una declaración y él a reservarse; no quería dar una entrevista a la ligera hasta tener un diagnóstico de la función recién encomendada. No hubo entrevista y sí malestar, y mucho, de mi parte.

Pasaron los días y nos fuimos conociendo. Como pocos, sabía el valor de la información para la toma de decisiones.

En el trabajo diario fuimos conviviendo; él en su papel de funcionario y yo en el de reportero de la fuente policiaca de El Sol de Toluca. Era regla llegar a una entrevista bien documentado.

Yaqui fue su clave policial; orgulloso de su origen sonorense.
Recuerdo una de sus primeras incursiones policiales: un secuestro de funcionarios de la empresa cementera Apaxco, que derivó en la toma de rehenes en un autobús de pasajeros. Debió ser un 15 de diciembre del 94, día de informes municipales.

Esa fue la primera ocasión que se utilizaron los recién adquiridos helicópteros Bell 406 que después fueron bautizados en su gestión como “Relámpagos”, ahí fue el origen -por cierto se diseñó y se aplicó la cromática en las aeronaves porque no quería que parecieran taxis turísticos en el aire-. Negoció la liberación de los rehenes y se rescató a los plagiados; los secuestradores detenidos.

Él coordinó el operativo con un radio de onda corta de la empresa cementera que llevaba uno de los ingenieros que había sido privado de su libertad; junto con un heroico grupo de policías, evitaron una desgracia. Por cierto, esa fue de las últimas veces que utilizó vestimenta café y lo recordaba porque en la negociación de liberación de los rehenes uno de los delincuentes se dirigía a él como “el señor del trajecito café”. Trajes hechura del maestro Villanueva.

A eso se agregan otras incursiones más: la detención de una célula del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Cacalomacan; sí aquí en Toluca; el rescate de un grupo de comerciantes secuestrados en Texcalyacac; operativos en el Valle de México, en centros penitenciarios como el de Santiaguito, entre otros.

Perfeccionista como pocos trató de influir de raíz en la formación y operación policial desde sus cimientos y en la mística de servicio. Quería que a la Policía se le identificara como un solo cuerpo policial en todo el Estado de México para diferenciarse de las corporaciones municipales y fue así que se creó el concepto de Policía Estatal. El Escudo también se transformó y agregó un águila con las alas desplegadas en la parte inferior.

La arenga era una: ¡Policía hagamos Equipo… Por el Estado de México”.
Muchos esquemas operativos policiales que son aún vigentes, en su gestión tuvieron su origen.

Cuando hice una pausa en el ejercicio periodístico buscando otros horizontes, la vida me llevó a trabajar a su lado. Mi primer jefe en el servicio público; siempre enérgico y apegado a su labor.

Sus frases retumban hasta la fecha: “Más vale llegar cinco horas antes que un minuto después”; “comisión que no te toque, servicio que no te asignes” y siempre fiel al principio de economía de fuerzas: “ser fuerte en donde se requiere y no débil en todas partes”.

Siempre alentó para ver en su conjunto todo el estado de México, principalmente el Valle de México; “El estado de México no termina en La Marquesa” me decía.

Fue colaborador cercano de Don Jesús Reyes Heroles; ahí conoció a Emilio Chuayffet Chemor, que lo invitaría posteriormente a su campaña y luego al gobierno estatal.

En su libro Orfandad El Padre y el Político, Federico Reyes Heroles se refiere a él como una persona que acompañó a su padre -Don Jesús- durante largo tiempo en su vida política; “el militar recibió la encomienda de coordinar los movimientos de Reyes Heroles y vigilar su seguridad”.
Federico Reyes Heroles lo define como era: “Valdez, originario de un estado árido y pobre en aquel entonces, ponía en orden a Reyes Heroles.

Necesitamos salir a las 9:30 para despegar a las 10:30 y llegar a las X. No había margen. Con firmeza militar lo traía marcando el paso. Reyes Heroles se sometía, no sin antes alegar. Pero el Mayor de aquel entonces se imponía. Su relación era siempre tensa, pero cada quién asumió su papel. Uno de perseguidor, el otro de perseguido, voluntario. Cauto y discreto Alfredo Valdez vio mucho en los largos años que acompañó al político”.

El coronel Valdez se nos adelantó; duele su partida, pero estoy seguro que seguirá vigente en quienes tuvimos la fortuna de trabajar a su lado. Estar cuatro años al frente de una corporación policial como la del Estado de México no es nada sencillo y lo logró haciendo lo más valioso: amigos.
¡Hasta pronto Coronel!

Para mantenernos en comunicación, le dejo mi correo electrónico y twitter:
rosalio.soto70@gmail.com
@periodistamex

ASME


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