Huamango esplendor del pueblo otomí en el norte mexiquense

Huamango, que en náhuatl significa “lugar donde tallan madera” es una zona arqueológica que se encuentra al norte del Estado de México, en el municipio de Acambay, lugar que significa “cerca del dios de los peñascos” y es que este sitio arqueológico se ubica a 2 mil 850 metros sobre el nivel del mar.

El lugar fue un asentamiento otomiano habitado entre los años 900 y 1300 d.C. Su edificación sobre la mesa de San Miguel permitía a sus habitantes, a través de su emplazamiento estratégico, la vigilancia de los movimientos de pobladores y productos de las regiones norte y el sur. 

Huamango era considerado como centro ceremonial y es probable que ahí se realizaran ceremonias religiosas dedicadas a las deidades principales de los otomíes, el Padre Viejo, dios asociado con el Sol y el Fuego, y a la Madre Vieja, diosa relacionada con la luna y la tierra, creencias que aún perduran.

El silencio del lugar es asombroso e invita a llegar a la cima, desde la cual se puede observar todo el valle de Acambay, antiguo valle de los espejos, que debe su nombre al reflejo de los muchos bordos de forma cuadrangular que proveen de agua para la siembra de maíz. En el valle, mirando al sur, se aprecian los cerros de Atlacomulco y Jocotitlán; al poniente, el cerro Colmilludo, al oriente la peña Redonda y el Balcón del diablo y al norte el cerro de Peña Ñado.

Al llegar a lo más alto de la Mesa de San Miguel, rodeadas de encinos y árboles de Tepozán se encuentran las ruinas de la pequeña zona arqueológica de Huamango. 

El sitio era un centro cívico-ceremonial, se extiende por cerca de 6 ha. y se divide en dos conjuntos arquitectónicos. En el Conjunto A hay un basamento de dos cuerpos conocido como El Palacio.

Foto: Especial

Huamango esplendor del pueblo otomí en el norte mexiquense

Y en el Conjunto B hay un basamento para templo con tres cuerpos superpuestos y se conoce como Templo del Guerrero, frente a éste edificio hay un altar de pequeñas dimensiones donde se realizaban ceremonias religiosas, incluidos los sacrificios. Debido a los altos muros de sus edificios se cree que tenía un carácter estratégico en términos defensivos.

Huamango estuvo habitado por individuos de raigambre otomiana durante el horizonte Posclásico temprano (900-1300 d.C.). En ese momento existía gran inestabilidad social en el Altiplano Central, ya que diversos centros políticos se disputaban el control de los territorios y pueblos de la comarca. 

Dominaba el valle de Acambay así como la región periférica. Su ubicación responde no sólo a necesidades defensivas sino al control del sistema de intercambio de productos procedentes del norte (actual territorio de los estados de Hidalgo, Michoacán y Querétaro) y del sur (valle de Ixtlahuaca-Atlacomulco y valle de Toluca). Durante esa época, Tula, ejercía una influencia enorme en el Altiplano Central en aspectos determinantes como la religión, la política y la economía.

TE SUGERIMOS: Amecameca: Agricultores producirán chile poblano

Historia

La exploración de este sitio arqueológico fue realizada por los doctores Román Piña Chan, William Folan y la doctora Linda F. Floran y su equipo de colaboradores, entre 1976 y 1977. El proyecto nació de la idea de conocer aspectos significativos de los habitantes de la región norte del Estado de México. Para su puesta en marcha se elaboró un proyecto que contemplaba la realización de reconocimientos superficiales que permitieron la localización y registro de sitios arqueológicos en la región. Asimismo, se planeó la excavación de pozos estratigráficos en sitios considerados clave para esclarecer la dinámica histórica regional, y conservar las evidencias materiales que fueran encontradas.

Los resultados de los trabajos arqueológicos permitieron ubicar diversos asentamientos prehispánicos de distinta jerarquía, de los cuales se eligió Huamango debido a que representa el mejor ejemplo de arquitectura monumental de la región otomí. Con base en el estudio de los materiales arqueológicos y de la arquitectura, se sabe que la ocupación y apogeo de Huamango ocurrió entre 900 y 1300 d.C. La información generada por la investigación permitió determinar que los ocupantes del lugar conformaban un grupo hegemónico de la región.

Sin embargo, resulta difícil precisar la filiación cultural de los constructores de Huamango, aunque la información de fuentes etnohistóricas permite suponer que se trata de gente de raigambre otomiana, emparentada con los actuales otomíes que viven en el lugar. Para la construcción del asentamiento fue necesario realizar importantes obras en un terreno irregular. La solución consistió en la nivelación mediante amplias terrazas sobre las que se erigieron diversos edificios destinados a actividades de tipo ceremonial. Su emplazamiento requirió de numerosos muros de retranque que por sus dimensiones funcionaron como murallas defensivas. En algunas partes llegaron a tener hasta 2 m de altura.

Foto: Especial

Cómo llegar

El sitio arqueológico de Huamango se localiza 5 km al norte de la cabecera municipal de Acambay, por la carretera panamericana. Este antiguo asentamiento se erige de manera majestuosa en una formación geológica conocida como la Mesa de San Miguel del Huamango Camaye, compuesta por rocas ígneas andesíticas.

Con fines operativos, el doctor Román Piña Chan propuso la división del sitio en dos sistemas arquitectónicos dispuestos en un sentido este-oeste de la meseta. De este modo, exploró el sistema A, localizado en el extremo oeste, y el sistema B, en el extremo este.

Conjunto A. En este conjunto se observa un basamento de dos cuerpos superpuestos con escalinata en el poniente. Al frente existe un altar situado en el centro de una plaza, que a su vez está rodeada de cimientos de casas habitación, destinadas seguramente a los grupos que ostentaban el poder.

Conjunto B. Está integrado por un basamento para templo, consta de tres cuerpos superpuestos con escalinata y alfarda. Al frente de dicha estructura se encuentra un altar de pequeñas dimensiones, mientras que alrededor se sitúan varias plataformas de uso habitacional. Algunos de los monumentos estaban revestidos de pequeñas lajas imbricadas, particularidad que es característica de la arquitectura otomí. 

De acuerdo a las investigaciones arqueológicas, se sabe que tanto los templos como las habitaciones estaban techados con una estructura de morillos sobre los que se tendía una gruesa capa de lodo para sellar perfectamente. Todos los espacios cubiertos tenían pisos de estuco y se detectó la existencia de fogones que se empleaban en la preparación de alimentos y para mantener el calor de las habitaciones.

TAR