Por Gilda Montaño

‘Individualmente, somos una gota… Juntas, formamos el océano’

‘Había una mujer en Alejandría que se llamaba Hypatia, hija del filósofo Teón, que logró tales conocimientos en literatura y ciencia, que sobrepasó en mucho a todos los filósofos de su propio tiempo. Habiendo asistido a la escuela de Platón y Plotino, explicaba los principios de la filosofía a sus oyentes, muchos de los cuales venían de lejos para recibir su instrucción.

‘Consiguió tal grado de cultura que superó de largo a todos los filósofos contemporáneos. Heredera de la escuela neoplatónica de Plotino, explicaba todas las ciencias filosóficas a quien lo deseara. Con este motivo, quien quería pensar filosóficamente, iba desde cualquier lugar hasta donde ella se encontraba.’

Sócrates Escolástico

Hypatia de Alejandría es considerada por muchos la primera mujer científica de la historia. En un tiempo en el que las mujeres no tenían acceso al saber, Hypatia consiguió abrirse camino en la ciencia y llegar a tener un gran reconocimiento público. Para ello tuvo que renunciar al matrimonio y a su faceta más femenina.

Nacida en Alejandría en 370, Hypatia convulsionó al mundo de las matemáticas y astronomía, filosofía, música, pintura. Será para siempre un ícono de sabiduría. Con el tiempo se convertiría en una mujer brillante y con una gran belleza. Es la primera mujer dedicada a la ciencia, cuya vida está bien documentada.

La novelista Ursule Molinaro escribió un artículo en el que Hypatia es considerada una mujer sin contención sexual, amante de Orestes y precisamente esta conducta desinhibida, es la que lleva al envidioso y reprimido Cirilo a ordenar su asesinato. Molinaro afirma que su muerte señaló: ‘el fin de una época en que todavía se valoraba a las mujeres por su inteligencia’, y que el cristianismo limitó la libertad de pensamiento e impuso a las mujeres un modelo de conducta ‘basado en la sumisión y desprovisto de placer’. 

Aunque no se cuenta con datos sobre la madre de Hypatia, sí sabemos que su padre fue el filósofo y matemático Teón de Alejandría, quien siempre vigiló muy de cerca la educación de su hija. Según registros de la época, éste deseaba que su hija fuera “un ser humano perfecto”. Recibió así Hypatia una educación científica muy completa, dedicándose también a un exhaustivo cuidado de su cuerpo. Realizaba todos los días una rutina física que le permitía mantener un cuerpo saludable, así como una mente activa. Todo esto contrastaba con la gran mayoría de mujeres de su época, las cuales no podían acceder ni al conocimiento ni a la educación, y se ocupaban sólo a las “tareas femeninas”. Pese a su gran belleza, Hypatia rechazó casarse, para poder dedicarse íntegramente a cultivar su mente.

Su padre trabajaba en el Museo, institución fundada por Tolomeo (emperador que sucedió a Alejandro Magno y fundador de la ciudad de Alejandría) y dedicada a la investigación y la enseñanza. Este Museo tenía más de cien profesores que vivían allí y muchos más que asistían periódicamente como invitados. Hypatia entró a estudiar con ellos y, aunque viajó a Atenas e Italia para recibir algunos cursos de filosofía, se formó como científica en el propio Museo y formó parte de él hasta su muerte. Incluso llegó a dirigirlo alrededor del año 400. También obtuvo la cátedra de filosofía platónica, por lo que sus amigos le llamaban “la filósofa”. Hypatia cultivó varias disciplinas: filosofía, matemáticas, astronomía, música… y durante veinte años se dedicó a enseñar todos estos conocimientos.


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