El diccionario de la Real Academia de la Lengua dice que es una ‘Doctrina religiosa que rechaza el culto a las imágenes sagradas’ y también una ‘actitud de los que rechazan la tradición heredada y la autoridad de las figuras que la representan’.
Esta expresión, creada a partir de las voces griegas eikón, -ónos (‘imagen’) y klásis (‘rotura, acción de romper’), es la preferida en el uso más culto: «Lo que se valoraba o maldecía en él era su iconoclasia, la insolencia con que las peores palabras malsonantes desplazaban en sus frases a las consideradas de buen gusto» (VLlosa Verdad [Perú 2002]).
Pero es frecuente y válida la forma iconoclastia, formada a partir del adjetivo iconoclasta: «En contra de la iconoclastia protestante, los teólogos trentinos defendieron la imagen religiosa como vehículo de incitación a la piedad» (Colorado Pintura [Esp. 1991]).
Esa es la explicación, podríamos decir técnica de la palabra ICONOCLASIA.
En los últimos tiempos esta expresión se ha convertido en un vocablo común, porque las protestas feministas son una forma de expresión, válida, ante la cruda realidad de gobiernos que ponen en tela de juicio diariamente los testimonios de miles de mujeres.
Las manifestaciones de colectivos feministas se han caracterizado por la agresión contra oficinas públicas, algo que es muy diferente al vandalismo, aunque la mayoría de las personas piense que las expresiones de inconformidad sean actos vandálicos.
Debe quedar claro que la iconoclasia es la destrucción del arte, de una cultura, pero siempre con un motivo o intención, no es romper por romper o pintar por pintar, la motivación puede ser política, religiosa o, como en este caso, social.
El vandalismo, en cambio, sólo destruye por destruir, el acto no conlleva ningún tipo de motivación, es más un acto de barbarismo de quien lo realiza.
Esta expresión se usa no sólo en México, se ha utilizado por colectivos feministas en diferentes partes del mundo, porque se ha convertido en una postura política ante la rigidez de los gobiernos a sus problemas, especialmente al creciente número de feminicidios, violencia doméstica y desaparición de mujeres.
Las feministas ejercen acción directa en contra de monumentos, calles y edificios públicos porque de esa manera expresan su enojo, frustración, preocupación y malestar por la pasividad del gobierno frente a su realidad.
Y es que esto debe hacer que volteemos a la otra cara de la monedad, que luego siempre olvidamos, ¿cuánto cuesta la vida de un ser humano?, ¿tiene precio?
La gente se enoja por los vidrios rotos de los edificios públicos, se molesta por las pintas en lugares como el Palacio Legislativo y luego algunos funcionarios insensibles hablan de los miles de pesos que tendrán que destinar para despintar, para recolocar vidrios.
Pero nadie se pone a pensar en las miles de mujeres golpeadas, maltratadas, violadas o muertas, simplemente por ser mujeres.
Los colectivos feministas debieron recurrir a ese tipo de protestas, porque cuando lo hicieron de manera pacífica sólo recibieron burlas y el desinterés de las autoridades fue evidente.
La iconoclasia llegó para quedarse en el espectro social, porque es la única manera de visibilizar los problemas de las mujeres, como género.
ASME
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