Durante 46 años, Jesús Hernández Olivares se ha dedicado a pulir la madera, a darle forma y color, a llenarla de vida y crear con ella diversión para grandes y chicos.
Aunque no estudió, Jesús fue ganadero y campesino, no fue sino hasta sus 26 años que decidió dedicar su vida al torno, a las virutas, a la cuña y la pintura.
Ahora convierte pedazos de madera en juguetes tradicionales en su pequeño taller ubicado en San Antonio La Isla.
Con destreza los decora de la mano de su esposa, cada pieza con un toque diferente para hacerlas únicas, y, en el marco del Día del Artesano, teme que su oficio esté en vías de extinción.
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