Después de 94 años ininterrumpidos en el poder, el PRI fue derrotado en el Estado de México. Así termina la era iniciada por Filiberto Gómez en 1929, que concluirá con Alfredo del Mazo Maza el 15 de septiembre próximo. Durante ese periodo, han despachado en el Palacio de Gobierno de Toluca 17 gobernadores electos formalmente en las urnas y seis que lo ocuparon como sustitutos o interinos (en total 23) todos surgidos de las siglas PNR-PRM-PRI. La mayoría pertenecieron a los dos grupos políticos más poderosos: el de los hermanos Gómez y el de Atlacomulco.
El primer grupo gobernó entre 1929 y 1942, cuando Rafael Zárate A. fue asesinado; el segundo grupo ha retenido el poder desde entonces, salvo algunas claras excepciones como Gustavo Baz o Mario R. Beteta. Aunque no todos han nacido en ese municipio del norte de la entidad, sí han asumido el sello distintivo de ese grupo, iniciado por Isidro Fabela y consolidado por Carlos Hank: la perversa combinación de política y negocios. Gracias a eso han conservado el poder y han acumulado más riqueza.
Durante ese tiempo la entidad paso de tener una población de 990 mil 112 habitantes (DGE, 1930, sexto lugar) a 16.99 millones (INEGI, 2020, primer lugar). Aunque hubo cierto progreso material, especialmente en la industria, la mayoría de los problemas crecieron a la par de su expansión demográfica: corrupción, pobreza, marginación, contaminación, inseguridad y desempleo, entre muchos otros en el campo económico. Además, en el campo político se fortaleció el autoritarismo y el sistema de partido hegemónico, que privaron al electorado de muchos derechos políticos.
Con la llegada al poder del grupo Atlacomulco al poder, en 1942, al mismo tiempo que se impulsaba el crecimiento económico de la entidad, también se incrementaron los negocios del grupo gobernante. El peor ejemplo de esa acumulación de riqueza y poder es Carlos Hank, aunque no es el único. Los gobernadores del siglo XXI, especialmente Arturo Montiel, se han caracterizado por acrecentar su riqueza personal a niveles de escándalo. Obviamente eso ha sido posible por el uso discrecional del presupuesto público, sin lo cual no se puede explicar su fortuna.
Esta ha sido la política aplicada por la gran mayoría de los 23 gobernadores que han dirigido la entidad desde 1929: la corrupción practicada desde las instituciones públicas para beneficio de gobernantes y administradores. Tal vez el peor ejemplo de esta política sea el Batallón de Radio Patrullas del Estado de México (BARAPEM), creado por Hank González en 1972, formalmente para proteger a los obreros de las zonas fabriles, que en realidad se dedicaban a robarlos. Fue desaparecido por Alfredo del Mazo González en 1981, debido a presiones de Fidel Velázquez.
En este contexto, la derrota del PRI no resulta sorprendente. Lo increíble es que se haya tardado tanto. Tuvieron que pasar 34 años desde que ocurrió la alternancia en Baja California y 23 desde que la hubo en la presidencia, para que el Estado de México, la viviera en su gubernatura. Pero ya había muchos signos de agotamiento del sistema.
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En 1999, 2005 y 2017 el PRI enfrentó opositores que desafiaron su hegemonía. Los derrotó con todo tipo de recursos lícitos e ilegales, especialmente el fraude electoral. El sistema de dominación priista no resistió más. Se resquebrajó porque sus bases eran endebles. Estaban sostenidas por el clientelismo y la corrupción, entre otras. La ciudadanía votó por el fin del PRI.
DB