Alemania ha sido cuna de grandes estrategas y uno de los más reconocidos fue Claus Von Clausewitz, a quien se le atribuye la frase: “La guerra es la simple continuación de la política por otros medios”. De ahí que los principales conceptos relacionados con las campañas electorales incorporen conceptos como estrategia, cuarto de guerra, propaganda, guerra sucia, actividades de guerrilla, etc. El primer choque para quienes ven a las elecciones como un acto fundacional de nuestro pacto social, es que dichos conceptos se alejan de la ética o moral pública y entonces, “el fin justifica los medios” por lo que se vale todo con tal de ganar, al fin que como diría Sir Winston Churchill; “La política, es la única actividad humana en donde se puede morir varias veces y resucitar”. Así las cosas, efectivamente las elecciones y en particular las campañas electorales parecen una guerra de baja intensidad y el objetivo final es como lo anota el autor en comento:
“Así vemos, pues, que la guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de estas por otros medios. Queda sólo como exclusivo de la guerra la peculiar naturaleza de sus medios. Puesto que las orientaciones y propósitos políticos no deben estar en oposición con estos medios, esto es lo que requiere el arte de la guerra en general y el jefe en cada caso particular, y este derecho no es de escaso valor; la fuerte reacción que en determinados casos ejerce la guerra sobre las intenciones políticas debe de estimarse únicamente como una modificación de éstas, pues el propósito es el fin, la guerra el medio, y jamás pueden concebirse medios sin un fin”
El fin político de todo gobernante es mantener el poder durante su mandato y entregarlo preferentemente a un correligionario, sucesor o “heredero”. Hacerlo por medios legítimos, es todavía un requisito fundamental de la democracia. Se puede dejar perder, como sucedió recientemente en el estado de México el año pasado y aunque ese líder quiera vestirse de demócrata, realmente es un príncipe claudicante, en los términos del pensamiento desarrollado en estas líneas. Andrés Manuel López Obrador hará lo necesario para que Claudia Sheinbaum sea quien lo suceda y en esta campaña ha sido más que evidente. Es su responsabilidad política y conduce esta guerra bajo los términos que sus aptitudes le permiten. Su rol es el de un general y el de su candidata, el de una obediente sargento, que aspira a obtener un nuevo grado.
La candidata presidencial de Morena no se saldrá del script trazado desde palacio nacional, mientras se mantenga la diferencia a su favor, no se presente un punto de inflexión en la campaña, ni sobrevengan sorpresas que impacten colectivamente a los electores. Se le acusa de que anda agazapada en el cobijo presidencial y no está mal, pues es la candidata de la continuidad. Nadie en su sensato juicio iría contra el líder popular que la ha venido cultivando desde hace más de una década. Se equivocan, en consecuencia, quienes la quieren ver deslindandose del poder en turno, ya habrá tiempo para eso, si gana. No antes. Ella se presenta como la triunfadora, con un discurso, vestimenta y gestos de presidenta.
Su adversaria, por el contrario, debe terminar de construir un personaje y una narrativa que salga de lo chusco e irreverente, para lograr la epopeya de ganar la mayor cantidad de apoyos para su causa en el menor tiempo posible. En su cuartel, sin embargo, sobran generales y escasean los mariscales de campo, eso se nota desde hace meses y no ha cambiado en este arranque de campaña/guerra. Para que Xóchitl Gálvez crezca lo suficiente, tiene escasamente un mes para asegurar el voto de la clase media y luego ir por sectores populares con mentalidad emprendedora, aspiracionistas, les ha llamado el presidente), crecer al menos unos 5-8 puntos para de ahí construir una expectativa que resulte atractiva a los electores indecisos y apartidistas, que definen el sentido de su voto, ya muy cerca de la jornada electoral. Un ejército de espartanos se colmó de leyendas y ha sido ejemplo de muchas películas heroicas, pero las guerras suelen ganarse como lo dice el propio Clausewitz; por la división en la conducción de “Táctica, la teoría del empleo de las tropas en el combate; y estrategia, la teoría del empleo de los combates para el fin de la guerra”, y por el momento Xóchitl solo ha protagonizado escaramuzas.
TAR