En los tiempos de los ‘mass media’, el culto a la imagen y los recursos de la publicidad o la sofisticación de la propaganda que tan eficazmente aprovecha la política, todo parece posible y no pocas veces en efecto lo es. Aquí se habla de un suceso de ese tipo en Francia, precisamente en medio de una severa crisis social.
La imagen de Marlène Schiappa, ministra del presidente francés Emmanuel Macron, en la portada de Playboy, ha provocado revuelo en Francia. Durante décadas enteras del siglo XX, la revista Playboy fue tan prohibida como buscada. El hambre sexual, provocada por las ligas de la decencia, las prohibiciones religiosas, el terror al castigo en el infierno, sin contar la pudibundez dictada por las buenas costumbres de la época, era una hambruna que causaba estragos físicos y morales en una población masculina cuyos deseos eran exacerbados por el absoluto ayuno.
La ministra ‘playmate’ Marlène Schiappa
Ante la insatisfacción física, muy real, quedaba la consolación imaginaria que podía hallarse mirando las fotografías de las jóvenes desnudas, o casi, pues se escamoteaba el pubis gracias a la posición de la fotografiada o de alguna otra astucia, para escapar a la censura. Desde luego, la revista se vendía como pan caliente y cruzaba con éxito las fronteras de países donde estaba prohibida. Los hombres se la prestaban y los dichosos poseedores del ejemplar podían colgar en sus paredes el póster: doble página central con una joven desnuda, o casi. Es decir: ese casi que acude a la rica imaginación, más abundante y sugerente que la flaca y fija realidad de una fotografía.
El éxito de Playboy fue inmediato desde su aparición en diciembre de 1953 con la foto de Marylin Monroe como playmate, término utilizado para denominar a la chica de la doble página. La revista se difundía incluso en las naciones donde estaba por completo prohibida: la mayoría de los países musulmanes, muchos otros de Latinoamérica, en China continental, Tailandia, Malasia o Singapur en Asia. Es probable que esta misma prohibición haya contribuido a su éxito. Así, serían los censores mismos quienes habrían colaborado a su difusión y fabricaron la sulfurosa reputación de Playboy, con su pícaramente ingenuo logo de la conejita: la chica semidesnuda con sus orejas de conejo, su corbata de moño y su rabo de algodón idéntico al del tierno animalito.
La astucia de su creador, Hugh Hefner, y posteriormente de su hija, fue acompañar los desnudos con entrevistas a personajes como Fidel Castro, Salvador Dalí, Bertrand Russell o Jean-Paul Sartre, así como la publicación de textos muy bien pagados a escritores célebres. A pesar de los ataques de las ligas de la decencia y otras formas del más primitivo puritanismo con que se intentó acabar con esta revista, Playboy ha subsistido.
El escándalo y poder de la imagen
La idea que subyace en los desnudos de “la mujer como objeto” no parece haber afectado sus ventas. Sucede quizás lo contrario, pues el público femenino ha ido en aumento. Las bajas en su producción se deben, más bien, a la satisfacción del apetito sexual gracias a la abundancia de imágenes eróticas y pornográficas hoy de fácil acceso gracias a internet, donde es posible encontrar cuanto se busca. La baja de su difusión no ha afectado su imagen de marca: el desnudo femenino. Una mujer que aparece en sus páginas se transforma en objeto sexual, objeto de deseo masculino o, por qué no, femenino también.
De ahí el ruidoso alboroto de comentaristas, periodistas, políticos, sociólogos y otras especies variadas de los tenores de la opinión pública ante el adelanto de la última portada de Playboy, donde aparece la fotografía de Marlène Schiappa. Tan inesperada es la aparición de la imagen de la ministra en la portada de esta revista con fondo y matices eróticos que, al principio, se creyó en una de esas bromas típicas del “primero de abril” en Francia, fecha en que se lanzan burlas al estilo del día de los inocentes en México.
Cierto: había que hacer algo para desviar la atención pública y tratar de hacer olvidar el descontento que reina actualmente en Francia y parece tener matices de revuelta popular entre manifestaciones, huelgas, violencia en París y en provincia… Así, Macron dio una entrevista en Pif, revista de historietas de carácter infantil, pero no logró distraer mayormente la atención. Schiappa ha tenido mejores resultados: los medios de comunicación no hablan más que de la portada de Playboy, a su favor o en contra.
Una entrevista de doce páginas, ilustrada con cuatro fotos (una de ellas muestra a la ministra en pose sensual envuelta en la bandera francesa) justifica la provocativa portada. Schiappa habla de libertad del cuerpo femenino, derechos de la mujer, el velo islámico y temas alrededor de la situación del llamado “segundo sexo” por Simone de Beauvoir.
Cabe señalar que Schiappa es uno de los actuales raros ministros o ministras conocidos del público. Marlène es también escritora… de novelas más que eróticas, y no pierde ninguna oportunidad para hacer declaraciones explosivas que le atraen la atención pública.
El papel de la imagen en la sociedad actual, aunque fuerte todavía, ha ido perdiendo credibilidad por su mismo abuso. La gente va dejando de creer lo que ve y, como Umberto Eco, termina por poner en duda los pasos del hombre en la Luna, puesto que los vio en la televisión antes de su aterrizaje en el cercano satélite… filmado en estudio.
Información de Vilma Fuentes
TAR