Estamos a nada de que en México lleguemos a los dos millones de personas contagiadas por el Covid-19. Es una cifra verdaderamente aterradora que, sin embargo, no es la real, pues diversos estudios señalan que esos números deben multiplicarse por varias veces para llegar a la cifra real.
También estamos a muy poco de llegar a los 180 mil muertos por la pandemia, tres veces el número que el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, denominó como “catastrófico”.
En los últimos días nos hemos enterado de historias que son dramáticas y que nos reflejan la otra cara de la pandemia, esa que sólo atisbamos, pero que no conocemos a fondo.
Me refiero a los casos de miles de personas de la tercera edad que son abandonados por sus familiares, ante la impotencia para brindarles los mínimos cuidados y atenciones. Muchos son encerrados y los dejan sin comer, pero además otros tantos son víctimas de violencia física y psicológica o, de plano, son abandonados en las calles.
Este fenómeno es cada vez más recurrente, porque las personas de la tercera edad no tienen acceso a la seguridad social. Los parientes no tienen los recursos para atender a un anciano que, además, está contagiado de Covid-19 y requiere cuidados especiales. Muchas personas no tienen dinero para comprar los concentradores de oxígeno, los tanques y los medicamentos para que puedan sobrevivir.
Como consecuencia, se les hace fácil dejarlos en la calle, a la deriva, a la intemperie, en pleno invierno, muchos han sido reportados por la población y el DIF se ha hecho cargo de ellos. ¿Cuánto tiempo pasará para que empecemos a ver a personas de la tercera edad muertos en plena calle?
En la mayoría de los municipios mexiquenses se presentan entre dos y tres reportes a la semana de este tipo de violencia en contra de adultos mayores de 60 años.
No hay hospitales donde atiendan a estas personas, no hay asilos donde les puedan dar cobijo. Y si sus familiares no tienen recursos para atenderlos y se han convertido en una pesada carga por las atenciones de todo tipo que requieren y el costo que eso representa, ¿lo normal es dejarlos morir en la calle?
En el Estado de México, 10.2% de la población es mayor de 60 años y por lo menos 40% viven solos, por lo que deben salir a las calles a buscar su comida, alimentos y medicamentos.
El gobierno federal anunció que después del personal médico, las personas de la tercera edad tendrán preferencia para recibir la vacuna contra el Covid-19, pero no hay ninguna garantía de que eso suceda en el corto plazo.
Además, debemos considerar que miles de ancianos no cuentan con ningún tipo de seguridad social y eso representa un grave problema de salud pública. En años anteriores se atendían en el Seguro Popular, pero al desaparecer ese esquema de salud pública, han quedado en el desamparo.
Cuántos ancianos no son considerados por las cifras oficiales porque fallecieron en sus domicilios, ante la impotencia de los familiares y cuántos más murieron en hospitales privados dejando, además de un gran peso moral a sus familiares, una cuantiosa deuda.
El gobierno federal, los gobiernos de los estados, tienen un gran débito moral con esas personas. Hay que modificar las estrategias de salud, antes de que los ancianos empiecen a morir por centenas diariamente.
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