‘La sombra del mamut’, de Fabio Morábito, pequeñas joyas de filigrana

Por: Carlos Martín Briceño

Hace algunos años le compré a mi mujer unos aretes de filigrana con formas florales. Las joyas, hechas de finísimos filamentos de oro, brillaban en el aparador de aquella elegante tienda de artesanías. No eran piezas ostentosas, pero se notaba que para elaborarlas alguien había invertido grandes dosis de meticulosidad, paciencia y dedicación. Eran piezas únicas, sin posibilidad de réplica, hechas con una técnica milenaria heredada por generaciones.

Cuento lo anterior, no para hacer promoción de la filigrana yucateca, sino para hacer una analogía entre los relatos que componen La sombra del mamut y estas delicadas piezas ornamentales que algunas mujeres de la península yucateca todavía acostumbran a portar en días de fiesta.

Pequeñas joyas de filigrana, así concibo los cuentos de este libro. Si bien es cierto que por su complejidad o extensión algunos resultan más memorables que otros, no hay relato menor. Y puesto que cada uno tiene su propio cosmos, es ocioso compararlos. Sus entornos, temáticas, épocas y circunstancias son muy diversos, pues no se rigen por esa exigencia que las editoriales de moda y académicos obedientes han dado en llamar “unidad temática”. Lo único que los unifica es que todos nacen de situaciones triviales. Así, un clavo en la pared, la hierba quemada en la pista de un aeropuerto, una tienda de campaña, una pelota en el mar, la sombra de un corredor sobre la pista de tartán, cosas que a primera vista no tienen importancia, abren posibilidades que sólo la imaginación de alguien como Morábito puede hacer que se conviertan en literatura.

Cualquier contexto es bueno

En cuanto al espacio en donde se desarrollan, los cuentos tampoco parecen conocer límites. La antigua China milenaria, una playa semiescondida de Huatulco, el aeropuerto de alguna ciudad africana, un monasterio de la Europa Medieval, las entrañas de la construcción del túnel que atraviesa el Mont Blanc o una estación de trabajo científico en el Polo Sur. Cualquier contexto le resulta adecuado al autor para desarrollar sus historias.

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Aunque corro el riesgo de que Morábito me tache de conservador, coloco entre mis favoritos los relatos que tienen que ver con problemas de pareja. Infidelidad y celos afloran con naturalidad en el momento menos esperado. Sus protagonistas recuerdan a los taimados personajes de John Cheever. Me refiero a “Artemisa y el ciervo”, “El asesino entre gladiolos”, “La tristeza de traducir”, “La invasión de los bárbaros” y “Dédalo bajo Berlín”. En todos ellos, el fantasma de los celos nubla los pensamientos del protagonista, quien suele relacionarse torpemente con su pareja, sin mucha voluntad para restablecer la comunicación, manteniendo el vínculo afectivo colgado de un hilo.

“Los episodios de nuestra vida, aparentemente banales, pueden converger en situaciones a veces adversas, a veces hilarantes. El misterio acompaña la aparición de un relato: la imaginación lo salva todo”, comenta el autor en una entrevista a propósito de este libro. La declaración remite de inmediato al cuento titulado “A la hora de la basura”, en el que el autor logra convencernos de que un hombre que despide mal olor puede causar tal conmiseración en su vecina que ésta aceptará darle clases de inglés a través del cubo para los desechos, para tratar de disimular su hedor.

La sombra del mamut

Finalmente me referiré a “La sombra del mamut”, el relato que da nombre al volumen. Narrado en dos tiempos, cuenta la historia de dos traductores solitarios que, al llegar a la madurez, parecen estar esperando algo que cambie sus anodinas existencias. El primero vive en una cueva, en la época de los neandertales y, sin proponérselo, descubre la pasión por dibujar animales en las paredes al tiempo que intenta establecer una relación con una fugitiva que duerme por las noches en la cueva. El segundo vive en una gran ciudad, en el séptimo piso de un edificio, justo enfrente de una pista de tartán, donde suele correr mucha gente por las noches, específicamente
un chico ciego al que acompaña en una sola ocasión con la muñeca atada a la de él por medio de una correa. Aunque las historias parecen no tener conexión, las hermana la soledad, la presencia de los ciegos y esa bizarra sombra con forma de mamut que los hombres atados proyectan sobre la pista al trotar de manera conjunta.

Una vez más, con algo que no parece tener asidero lógico, Fabio nos conduce por los intrincados caminos de la condición humana.

La sombra del mamut es un libro hecho de joyas artesanales diseñadas con la misma destreza con que aún se fabrican ornamentos de filigrana en la península yucateca. Es, también, un libro que nos recuerda que la imaginación no es sólo la facultad para representar historias o imágenes de cosas que no existen o que son o fueron reales, pero no están presentes. La imaginación, según Morábito, es un mecanismo que nos permite subsistir y que nos instala en la realidad, aunque parezca paradójico.

‘La sombra del mamut’, Fabio Morábito, Sexto Piso, México, 2022.

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