La vacuna no es la salvación todavía. Estamos lejos de alcanzar la cobertura del 75 por ciento de la población, previsto para mayo próximo, a fin de que sea lo suficientemente amplia para garantizar inmunidad; por ello, el impacto y la intensidad de una tercera ola por el Covid-19 dependerá del comportamiento que cada una y cada uno de nosotros asumamos en las siguientes semanas y meses.
Sin embargo, ese comportamiento está determinado por la percepción que cada persona tenemos de la pandemia, y esa percepción está conformada -en buena medida- por la información que recibimos por diferentes vías. Lamentablemente, esa información ha sido contradictoria desde hace más de un año. Por un lado, se han hecho expresiones para provocar la sensación de que todo mejora porque ya inició la vacunación, aunque -de acuerdo con la Secretaría de Salud federal- se han aplicado más de 6.7 millones de dosis y sólo poco más de 900 mil personas tienen el esquema completo de vacunación.
El mensaje insistente que sostuvo el gobierno de la República -desde el inicio de la pandemia, el 11 de marzo del año pasado- en el sentido de que la pandemia se estaba controlando o revirtiendo, además de la descalificación hacia los medios de comunicación, han provocado que muchas personas tengan la sensación de que ya pasó la crisis. Falso. La vacuna no nos salvará porque es un asunto de responsabilidad colectiva.
La única forma de reducir los contagios, aún con la vacunación, será aplicando las medidas sanitarias, preservando la sana distancia y, hasta donde sea posible, manteniéndonos en casa, sin que ello signifique aislarnos al 100 por ciento y reducir la actividad económica, como las ventas o los servicios que ofrecen a la población y que sostienen a millones de personas.
El 23 de marzo del año pasado inició la “Jornada de Sana Distancia” y el 31 de marzo siguiente el Consejo de Salubridad General declaró la emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor, pero los mensajes oficiales han sido confusos, inoportunos e incluso contradictorios. Además, estamos en una crisis económica para muchos sectores y ello ha puesto contra la pared a las autoridades y a los propios empresarios para buscar urgentemente la reactivación.
La única ruta es asumir plenamente la responsabilidad colectiva, la que pretende el bienestar común. Cuidarnos para no contagiarnos, pero también cuidarnos para no contagiar a alguien más. Parece que habría que reflexionar con mayor cuidado con respecto a la necesidad de viajar y para ello recupero un dato: Cuando nos trasladamos por periodos de más de horas en un autobús, una persona que esté contagiada y sea asintomática puede transmitir el virus al 34 por ciento de los pasajeros a bordo.
Tan grave puede ser la consecuencia de la tercera ola por Covid-19 que el presidente, Andrés Manuel López Obrador ya lo advirtió: “¿Por qué nos apura? Porque no queremos que se nos presente, no deseamos (…) un repunte, porque hay esa amenaza, como está sucediendo en algunos otros países, donde nosotros vamos para abajo en contagios y ya está una nueva ola en otros países de Europa, también de nuestra América”, dijo.
Por ello, luego de más de un año de pandemia, estamos como al principio: evitar más contagios y muertes -que ya superan las 200 mil en el país- será, estrictamente, una responsabilidad individual, porque las consecuencias de no asumirla se verán en dos o tres semanas más.
PERCEPCIÓN
Si las autoridades escucharan a los científicos que están al día en el monitoreo de la enfermedad por el coronavirus, podrían tomarse mejores decisiones.
ASME
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