Desde hace muchos años las elecciones en el Estado de México se han caracterizado por el control gubernamental sobre ellas. El objetivo siempre ha sido garantizar el triunfo o imposición del partido oficial con sus distintos nombres: PNR, PRM o PRI. Con todos ellos la postura del gobierno en turno ha sido siempre la misma: apoyarlos con todos los recursos disponibles, para que sus candidatos ganaran siempre el poder ejecutivo estatal, al costo que fuera.
Cuando las elecciones las organizaba la propia estructura gubernamental, a nivel municipal, al gobierno estatal le resultaba muy fácil imponer a su partido, incluso fabricando los resultados electorales cuando no se instalaban casillas. Cuando se creó la Comisión Estatal Electoral, en 1946, le resultó muy fácil imponer también su voluntad. A pesar de la presencia de partidos de oposición como el PAN, siempre contó con mayoría de votos para imponer sus decisiones.
A pesar de que los vientos de cambio llegaron también a la entidad, en 1996, el gobierno estatal se las ingenió para seguir controlando a los nacientes IEEM y TEEM. En ellos siempre logró imponer a la mayoría de consejeros y magistrados, quienes pusieron a esas instituciones al servicio del gobierno en turno. En el caso del primero, lo reforzó controlando la estructura administrativa a través del director y secretario general; después a través del secretario ejecutivo.
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Bernardo García Cisneros, Jorge A. Neyra, Juan C. Villareal y Francisco J. López Corral, entre otros, han sido correas de transmisión de las decisiones gubernamentales. Han despachado en el IEEM, pero las instrucciones más importantes las han recibido siempre desde el Palacio ubicado en Lerdo. Esta es una de las muchas formas en que el gobierno estatal se desdobla en un aparato electoral omnipresente y omnipotente, que por esa razón siempre ha ganado los comicios locales por la gubernatura.
Las elecciones mexiquenses se han realizado en medio de la simulación, la cooptación y las complicidades entre gobernantes y opositores. El dinero ha corrido en grandes cantidades para comprar voluntades de simpatizantes y opositores. Eso le ha permitido al PRI mantenerse en el poder de forma ininterrumpida durante casi 94 años, algo atípico en una democracia formal. Ha durado en el poder más que el PC soviético (74 años) el PC chino (74 años) el PT coreano (71 años) o el PC cubano (64 años) entre algunos de los más longevos del mundo.
Esto también ha sido posible gracias a que quienes han dirigido al IEEM y al TEEM los han puesto al servicio del poder. Las elecciones libres son un mito más en la entidad. La compra y coacción del voto siempre han estado presentes. El terror electoral ha sido un recurso que también se ha utilizado para imponer al PRI en la gubernatura. Esto se ha dado incluso con la complicidad de varios opositores, que han recibido muchos privilegios para callar. Varios han terminado convalidando prácticas electorales que antes prometieron combatir.
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Estos tópicos se abordan en el libro El regreso al infierno electoral (Grijalbo, 2023) coordinado por Bernardo Barranco. Julio Hernández, Álvaro Delgado, Fabrizio Mejía, Alberto Aziz, Tere Montaño, Enrique Gómez, Israel Dávila, Paco Cruz, Vero Veloz y este autor, realizan un análisis crítico de los vicios del sistema electoral vigente. Su mayor aspiración es que las futuras elecciones mexiquenses se cuenten de otra manera.
(Presentación: jueves 16, 11: 00 h, en la FCPyS de la UAEMEX)