Las llamadas y mensajes a Lorenzo Córdova

La divulgación de las comunicaciones entre el presidente del INE, Lorenzo Córdova, y el presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno, ha generado una gran discusión del caso. Ha puesto en el debate hasta dónde un árbitro electoral puede colaborar con el presidente de un partido, sin perder la imparcialidad que debe asumir siempre. Hasta la hora de escribir esta columna Córdova no había desmentido la información. Más bien la justificó diciendo que en su cargo es normal hablar con dirigentes partidistas.

Lo que no parece normal es la colaboración evidente que hay entre ellos, para conseguir cada quien sus fines: Córdova para que Alito le ayude a defender al INE de los embates del gobierno y su partido; Moreno para que el presidente del INE le ayude a modificar los estatutos del PRI, de acuerdo con sus fines personales. Ahí es donde Córdova olvida la imparcialidad. Cuando el presidente priista le pide unas líneas discursivas, y el alta de un colaborador suyo, está tratando a Córdova como subordinado. Para rematar, como si fuera un gestor, Córdova le informa a Moreno sobre los cambios aprobados a los estatutos del PRI.

Lo más preocupante es que este tipo de prácticas se han normalizado en el INE. No les incomoda, a pesar de que expresa subordinación hacia un partido. Esto no es un hecho aislado. Han sido una constante en el INE, por lo menos en la Junta Local del Estado de México. Son muy conocidos los favores que se le hacían a los presidentes del PRI a petición de los gobernadores. En el caso del IEEM ni se diga. A la mayoría de los consejeros presidentes se les ha tratado como empleados de algunos partidos y del gobierno.

Existen testimonios de primera mano de cómo muchos consejeros del IEEM han colaborado con los gobiernos priistas y con otros partidos. La lista es tan larga que sería imposible reproducirla aquí. Es más fácil decir quiénes no lo han hecho. Le han ayudado a ciertos candidatos haciendo impugnaciones legales para ganar elecciones, han sido gestores para evitar cambios inconvenientes para ciertos partidos en la legislación electoral, o cabildeando con magistrados locales y federales, sustituyendo a los partidos como parte interesada.

Pero el caso del IEEM no es algo aislado. Gran parte de los presidentes y consejeros de los órganos electorales de las entidades federativas han colaborado con los gobernadores o con los partidos. Al fin y al cabo, muchos de ellos han llegado a sus cargos por voluntad de ellos y su carrera depende de su lealtad. La prensa ha registrado varios de esos casos. Por ello, aunque no siempre han prosperado, en el INE se han iniciado varios procedimientos de remoción de consejeros por esta causa.

A partir de 2014 la situación no cambió mucho. El IEEM continuó colaborando con el gobierno y con el PRI. Quienes han ocupado la presidencia siguieron acordando directamente con el subsecretario de gobierno o con sus superiores. Lo mismo ha pasado desde hace mucho con el secretario ejecutivo. En el Estado de México eso es parte de la normalidad, que los mismos partidos opositores aceptan y practican regularmente.

Incluso se dan situaciones extremas. Los partidos les dan indicaciones directas a los consejeros durante las sesiones. Es común que poco antes del momento de emitir su voto cambien el sentido del mismo, a petición de alguien. Por esta y otras razones, es necesario repensar el perfil de las consejerías. Hay que fortalecer su independencia frente al poder. Es urgente.


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