El escritor español Arturo Pérez-Reverte asegura que fue en México donde aprendió que la vida no es en blanco y negro, sino que son muchas tonalidades de grises las que dan forma a un ser humano, y también aprendió que para sobrevivir lo único que se necesita -para los extranjeros, pero incluso para los mismos mexicanos- es conocer las reglas, las reglas del lugar que se visita, las reglas o códigos con los que se comunican los miembros de una comunidad, las reglas no escritas.
Durante la presentación de su más reciente novela “Revolución”, el hombre que durante muchos años se desempeñó como corresponsal de guerra en casi una decena de países, contó una anécdota que aborda de manera muy explícita el tema de las reglas no escritas. Dijo que en alguna ocasión visitó una cantina en el Centro Histórico de la Ciudad de México, muy cerca del barrio bravo de Tepito. En esa ocasión se hacía acompañar de una mujer rubia quien, además, por su anatomía física, llamaba mucho la atención. Una vez dentro del establecimiento se dio cuenta que el lugar no era propiamente un lugar de los que se pueden denominar “familiar”, incluso mentalmente se reprochó el haber llevado allí a su acompañante: ‘De aquí no sales, te has equivocado Arturo’.
Como el darse la vuelta y salir del lugar haría más sospechosa su visita, optó por recorrer con la vista a quienes allí se encontraban. Recuerda que casi todos lo observaban como bichos raros, así que sin más optó por dirigirse al hombre más malencarado y que aparentaba ser el más peligroso una vez frente a él le explicó, palabras más o menos, algo así como: “Disculpe, soy extranjero y no conozco las costumbres, quizá he cometido algún error al entrar a este lugar, lo menos que quiero es molestarlos, así que si me permite, ¿les puedo invitar un trago a todos?”.
Como por arte de magia, rememoró Pérez-Reverte, cambió el ambiente por completo, se despresurizó, se hizo más amable. Con el entorno relajado, él y su acompañante pudieron pasar un buen rato. “Es más, cuando nos retiramos, los que allí estaban hicieron una especie de guardias para acompañarnos a salir del barrio y nos llevaron hasta la plaza Garibaldi”.
De ahí que, reflexionó el escritor, México es un país muy complicado de comprender, pero si uno conoce las reglas puede moverse. “En México, si entiendes las reglas, sobrevives”, concluye Pérez-Reverte.
Esta reflexión, se coincida o no con ella, puede aplicarse al juego de la política electoral. Y si no, ahí están los casos de Horacio Duarte e Higinio Martínez, lo mismo que Ana Lilia Herrera. Todos ellos conocen las reglas de sus respectivos partidos. Pueden sobrevivir políticamente hablando si se acogen a ella, de lo contrario todos saben el futuro que les esperaría. Los dos primeros parece que lo están haciendo, se han sumado ya a las tareas en torno a Delfina Gómez; la priista pareciera aún estar en la etapa de la negación, sopesando muy bien el paso que dará.
REBURUJOS
La colocación de bonos del gobierno mexiquense en la Bolsa Mexicana de Valores puede leerse de dos formas: en la primera se puede considerar como una decisión audaz, que rompe paradigmas al ser la primera entidad en el país que toma una decisión así para hacerse de recursos que tienen como objetivo llevar los recursos a programas sociales y poco se puede criticar a esa decisión; la segunda es que para todo fin práctico es la adquisición de más deuda para el estado y los mexiquenses porque algún día esos bonos se tendrán que liquidar.
TAR