Coloridos faroles de papel de todos los tamaños son creados con las manos de los hermanos Cruz y Ricardo Chávez Chávez, artesanos del municipio de Zumpango.
Desde hace 30 años aprendieron el oficio; la habilidad para crear estos objetos la fueron perfeccionando con la práctica, lo que les permite elaborar entre mil y mil 500 piezas en una semana.
El taller que los ha visto crecer se ubica en el Callejón del Muerto de este municipio, hacia el norte del Valle de México.
En temporada alta, pasan hasta 15 horas para lograr la producción artesanal de faroles que se venden en todo el país, sobre todo en esta temporada decembrina.
La Casa del Farol es el nombre del negocio que cada vez va ganando popularidad por la calidad de las artesanías que ahí se elaboran a mano.
Artesano de Tlapequape les heredó el oficio
Los hermanos Chávez Chávez aprendieron el oficio de Don José de Jesús Delgado, un artesano de Tlaquepaque, Jalisco, quien llegó a vivir al municipio mexiquense.
Ese hombre sabía de la elaboración de los tradicionales faroles, originarios de la tierra tapatía.
Cruz recordó que Don José, al instalar su taller, contrataba solo a niños porque decía que sus manos eran las ideales para los dobleces del papel que dan forma a la artesanía mexicana.
Él fue uno de sus trabajadores y de ese modo logró ayudar a su madre con los gastos del hogar.
Junto con su hermano Rodrigo, pusieron atención y empeño para aprender a usar la brocha y la anilina que le dan color a sus peculiares diseños.
“Sí es muy laborioso y pues todo empieza desde cero, con una hoja de papel bond de 70 por 95 que se pinta con brochas y anilina, nada es impreso”, explicó Cruz.
Ya sea con unos culebreados, unas rayas, círculos o con chorizos, ellos mantienen vivo el estilo tradicional de los faroles que se colocan en los focos de muchos hogares mexicanos.
Saben que muchos de sus productos han viajado al extranjero, aunque ellos como tal, no los han exportado aún.
Pandemia también afectó la producción
Como en muchos sectores, la producción de faroles también se vio afectada por la aparición del Covid-19.
La suspensión de actividades económicas, de fiestas y convivencias obligó a que en la bodega se quedaran almacenadas grandes cantidades de faroles de papel por varios meses en dos años.
Este 2022 fue un mejor año en cuanto a los pedidos de los clientes de antaño y los nuevos que van llegando conforme más se da a conocer La Casa del Farol a través de las redes sociales.
Cruz y Ricardo son los únicos faroleros de Zumpango; hasta el día de hoy ellos no han pensado en dejar este oficio.
Sus hijos, sobrinos y demás familia también les ayudan en algunas labores, aunque la dirección de la actividad es prácticamente solo su responsabilidad.
Comparten experiencias
Los hermanos manifestaron su deseo de que la tradición de los faroles de papel sea preservada, es por ello que su modesto taller abre las puertas para que profesores, niños y cualquier grupo de personas pueda conocer cómo es que se elaboran las coloridas piezas.
TE RECOMENDAMOS: De albañil a hacedor de esferas de vidrio
Resaltaron que, aunque los faroles se venden más en temporada decembrina, han hecho propuestas y diseños de utilidad para todo tipo de eventos en el resto del año.
Dijeron estar orgullosos del trabajo que realizan, el cual es reconocido y admirado por muchas personas que pensaban que los faroles se realizaban con maquinaria o que provenían de embarques chinos.
DMM