Por Gilda Montaño

Estoy en un lugar de excelencia, que tiene un cuarto de siglo de haberse formado, y con mujeres a las que tenemos que observar con detenimiento. Mujeres que han hecho de la educación, un estandarte de victoria en su vida, no solo para este nuestro Estado, sino para la nación mexicana. Mujeres que han roto paradigmas. Que tienen la “V” de la Victoria en sus manos.

Cuando Elenita Lino me sentenció que yo iba a ser quien presentara no sólo un libro, sino cuatro libros de matemáticas:  se me acabó el sueño, por lo menos una semana. ¿Yo libros de matemáticas, con además un nuevo método, que iba a ser infinito y que tenía que entender…? pues estaba verdaderamente en ruso. Recordé mis añejas clases de matemáticas y lo difíciles que eran. Y el pavor que les tenía. ¡¡¡Yo que aún cuento con los dedos!!! Y no siempre me salen las cuentas…

Su libro anterior era de Geometría (que es considerada como el sistema de lógica más perfecto que se conoce, porque se pueden obtener muchas verdades a partir de otras, mediante la deducción) y de Trigonometría.

Estaba enfrente de una mujer muy inteligente, muy dulce (que no es antagónico), gran líder, a la que conocía por años, y que había vuelto a encontrar dentro del Colectivo 50+1, lugar de excelencia para reunir y reconocer a mujeres muy valiosas de este país. 

Y empecé a seguirla. Recordé que muchas veces las cosas por las que luchamos, cuestan dos días, a veces dos meses, a veces dos años, y hay algunas que duran toda una vida para alcanzarlas. A Elenita Lino y a Chelito, les ha costado veinticinco años, este plantel “Aristos”, en donde han educado a muchos miles de alumnos.

Esta escuela en donde estamos, que conocí cuando la inauguraron, no era ni remotamente lo mismo que es ahora. Sí, si tenía un lugar precioso. Otros espacios se hicieron en el transcurso del tiempo y la distancia, pero, antes que nada, nació con todo un objetivo: enseñar a los alumnos con la excelencia que se traía de muchos años antes. Y sí, pues si vi los espacios trazados, los lugares pensados para dejar ser, crecer y pensar a los alumnos.

Elenita, la pequeña de la familia Lino Velázquez, rompió paradigmas como mujer, como profesora y como matemática, y se hizo famosa por el cálculo mental que enseñaba: eran operaciones tan complejas y rápidas, que los alumnos tenían que desarrollar una gran habilidad para lograrlas. Explicaban y entendían los teoremas matemáticos complejos, desde niños muy pequeños hasta los mayores: como, por ejemplo, el teorema de Pitágoras. 

Elenita se acurrucó en las matemáticas, en su marido Jorge y en el amor a sus semejantes. Luego, logró tener una familia de excelencia. Se acurrucó en el saber y en la perfección que le da el entendimiento, de cuadrar bien los círculos. Nunca le temió a la teoría del caos, porque jamás la acercó. Tuvo la inteligencia desmedida para atraer la cinta de Moebius: hacia lo infinito, y para recordar: que lo que te aplica a la mente, te llena el espíritu.

Generaciones posteriores valorarán y pondrán en práctica lo que se derrame de estos libros, en la cimentación no sólo de edificaciones arquitectónicas, sino también en la formación de las construcciones más importantes: que son los seres humanos. Lo que aporta la maestra Lino, que nace en este momento de “Método: 6 x 9 infinito”, será utilizado en la construcción de sus vidas. La trascendencia del conocimiento va más allá de la ciencia, porque alimenta almas. 

gildamh@hotmail.com


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