México, un tejido manchado de sangre

Nada es tan difícil de limpiar como la sangre. Esta cita es el ancla de la que se vale Vicente Alfonso para regalarnos una historia estrujante, tan actual para nuestros días aunque parte de la trama se desarrolla en los años 70, durante la denominada guerra sucia.

“La Sangre Desconocida” (Editorial Alfaguara) es una novela de ficción que tiene tres historias que se desarrollan en diferentes temporalidades pero que están entrelazadas gracias a la pluma del joven escritor nacido en Torreón, Coahuila.

“Es una novela que avanza por tres líneas distintas, tres momentos que parecen no relacionarse de ninguna manera. El primero es en una pequeña ciudad norteamericana que se llama Camel City, donde una señorita es secuestrada en un internado para niñas de clase acomodada y entre los sospechosos de haber cometido el secuestro está una compañera suya, mexicana.

“El segundo momento ocurre en Culiacán, en los años 70, donde un profesor de derecho se da cuenta por diversas fuentes que varios de sus alumnos están tramando incorporarse a las filas de la Liga 23 de septiembre y se propone disuadirlos”, cuenta el propio escritor a La Jornada Estado de México.

Y la tercera línea, agrega, se da en la montaña del estado de Guerrero, en los años 60 y la época actual, en un pueblito llamado Arroyo Oscuro.

Este pueblo tiene la particularidad de que solo lo habitan dos personas, porque la mayoría de los habitantes migró después de las represiones que implementó el ejército contra los campesinos que vivían ahí durante el periodo conocido como la guerra sucia. Uno de esos habitantes es Mamá Flor, quien aún tiene la esperanza de que su hija regrese tras 40 años de ausencia.

La sangre juega un papel preponderante en la historia de Vicente Alfonso y él lo explica de la siguiente manera: “Cuando algo fue marcado por la sangre se queda ahí, aunque saques la mancha, la mancha está ahí de manera simbólica, no hay manera de sacarla.

“Tanto si hablamos de un tejido o de un vestido como si hablamos de nuestro pasado reciente. Hay manchas de sangre que la primera manera de procesarlas tendría que ser reconociendo que están ahí”, explica.

La novela de reciente publicación toca también un tema histórico en el país que ha dejado marcada a varias generaciones de mexicanos: las desapariciones. Y en la “guerra sucia”, época en la que se desarrolla una parte de la trama de La Sangre Desconocida, ocurren varias historias así.

Tan solo en el municipio de Atoyac, Guerrero, justo la entidad donde se desarrolla la novela, en la vida real es, a decir del autor de la novela, muy probablemente el municipio de América Latina que más víctimas de desaparición forzada tuvo en los años 70, más de 600.

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No son los de Ayotzinapa

El tema sirve para preguntar a Vicente Alfonso su valoración sobre el tema de las desapariciones de personas en nuestro país.

“Nos horroriza pensar en los 43 normalistas de Ayotzinapa, pero la enorme mayoría de mexicanos desconoce que en el municipio de Chilapa han desaparecido por lo menos unos 200 muchachos en los últimos años.

“Son desapariciones que suceden de manera individualizada y eso queda invisibilizado. El tema me parece fundamental, me parece que no hay manos suficientes en nuestro país para procesar todas las cosas clandestinas, no hay manos ni agentes suficientes para emprender las pesquisas para buscar a todos los desaparecidos.

“Esta esta tarea ha recaído fundamentalmente en las familias, sobre todo en las madres, en las hermanas de los personajes desaparecidos”, dice.

El escritor dice percibir que con el actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador hay más sensibilización respecto al tema, que lo que hubo con los gobiernos priistas o con el encabezado por el panista Felipe Calderón.

“El problema es que la dimensión de la tragedia es tan grande que es inevitable pensar que en cada familia donde falta alguien hay un drama que no se resuelve de manera fácil.

“Eso también es parte para regresar al asunto de la sangre desconocida, es parte de la marca de manera indeleble de nuestro tejido social, para usar este concepto tan de moda y que a mí me parece importante reflexionar.

“Si pensamos en la sociedad en términos de un tejido tendremos que pensar en México como un tejido manchado de sangre”, dice.

Los vampiros somos todos

La referencia a la sangre en la novela de Vicente Alfonso llevó a su hija, Carolina, de siete años, a comentarle cuando estaba en el proceso de escritura que su novela era una historia de vampiros.

“Si lo vemos bien, quizá el mito del vampiro responde al horror, que tenemos de decir los verdaderos vampiros somos nosotros: seres humanos que abusan de los demás, que muchas veces tienen que someter a otros que son sus semejantes.

“Entonces preferimos pensar que un ser de ultratumba, que es totalmente ajeno a nuestra naturaleza y nuestra esencia, viene y nos somete. Quizá es una fantasía preferible a pensar que entre nosotros como especie nos canibalizamos, abusamos”, sostiene.

Un ejemplo perfecto de esta historia de vampiros, agrega, es el denominado Grupo Sangre, que operó en Guerrero durante la guerra sucia. Eran paramilitares, algunos con entrenamiento militar, pero que no pertenecían al Ejército, y que salían de noche, vestidos de negro a levantar campesinos.

“Los sacaban de sus casas y se los llevaban y nadie volvía saber de ellos, porque son sospechosos de apoyar el movimiento de Lucio Cabañas”, explica el escritor.

¿Qué lee el escritor?

Al joven escritor, autor también de “Huesos de San Lorenzo”, traducida al alemán, italiano, griego y turco; “Partitura para mujer muerta” y el libro de crónicas “A la orilla de la carretera”, le preguntamos que está leyendo actualmente.

“Estoy leyendo libros que tienen que ver con la construcción del pensamiento latinoamericano. Por ejemplo, me acabo de leer un par de libros de un sociólogo colombiano que se llama Orlando Fals Borda.

“Estoy tratando de hacer como un rastreo de dónde vienen nuestros principales rasgos en tanto región latinoamericana.

“Y me estoy empezando a leer un libro que tenía muchas ganas de leer desde hace mucho y que por razones de tiempo no había podido: “El Supremo”, de Roa Bastos.

Acabo de leer un librito de Chimamanda Ngozi Adichie, nigeriana, muy buena. “Sobre el duelo”, es la crónica sobre la muerte de su padre, un libro estupendo para conocer la forma de vida y los contrastes culturales que esta autora tuvo que enfrentar.

Porque ella emigró de Nigeria los Estados Unidos para estudiar y sus papás se quedaron en Nigeria. El papá era estadístico, vicerrector de la Universidad más importante de Nigeria, es como una historia familiar marcada por la pandemia, porque el papá muere de covid.

“E el libro recién salió el año pasado y quise leerlo, justamente como una manera de procesar esto que nos pasó como humanidad”.

TAR