“Yo no soy de aquí
Pero tú tampoco
Yo no soy de aquí
Pero tú tampoco
De ningún lado del todo y
De todos lados un poco
Lo mismo con las canciones, los pájaros, los alfabetos
Si quieres que algo se muera, déjalo quieto”
Drexler, Jorge (Movimiento)
Migrar: v. Dejar el lugar de residencia para establecerse temporal o definitivamente en otro país o región.
Migrantes somos todos aquellos seres que salimos del lugar de origen y transitamos, para llegar a un espacio geográfico distinto del nuestro. Somos también todos aquellos que tenemos por objetivo residir, transitar, visitar, trabajar, movernos a un lugar distinto de nuestro lugar cotidiano de residencia, de ahí la deducción de que todos en algún momento de la vida lo somos o lo seremos.
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Es de suma importancia, recordar que el hecho de salir de nuestros lugares de procedencia no implica en momento alguno la pérdida de las garantías individuales, mejor conocidas como derechos humanos, -los cuales todos tenemos por el simple hecho de existir, más en la teoría que en la práctica- y que tan tristemente podemos ver violentados en esta realidad cotidiana que ha convertido este fenómeno social en la que los estados fallidos normalizan las diásporas de sus habitantes que buscar condiciones de vida justas para garantizar el desarrollo integral de los individuos que evidentemente no han sido proporcionadas por sus gobiernos, indolentes, “vale madristas” o rebasados por las circunstancias de criminalidad e injusticia que imperan alrededor del mundo.
Hablar de números es escandalizarse y al mismo tiempo cosificar lo incuantificable. México se ha convertido en un país de tránsito y es innegable su posición privilegiada en el tema geográfico para el logro del sueño americano, son tantos los rostros desencajados que pretenden a fuerza de voluntad, hambre y sobrevivencia llegar sin saber en muchas ocasiones para qué. Si recordamos durante 2022 se llevaron a cabo la mayor cantidad de detenciones de migrantes en situación irregular, siendo 444 mil 439 arrestos, entre los que se encontraban personas provenientes de Honduras, el Salvador, Guatemala, Bolivia, Venezuela, Cuba, Colombia, Nicaragua, Ecuador, Haití, y sumando personas provenientes de África, Asia y Europa.
Si tuviéramos que analizar la migración a México durante el año pasado en porcentajes, estos son los resultados: 61% de hombres 23% de mujeres, 9% de niños, 7% de niñas.
Obviamente el fenómeno mundial de las migraciones no es nada nuevo bajo el sol, desde el inicio de los tiempos los seres humanos buscaron los mejores sitios para habitar, aquellos lugares que tuvieran condiciones naturales amigables: Animales para cazar, algún río para beber agua y asearse, con cuevas cercanas para guarecerse del frío.
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Alrededor de las hogueras generaron la tradición oral, crearon identidades, explicaron el mundo desde su endeble conocimiento del mismo, observaron los ciclos de la luna, del crecimiento de las semillas y entonces identificaron a un lugar como suyo, se quedaron ahí, pudiendo llamar hogar a un espacio determinado. Ante la perdida de la necesidad de estar yendo de un lado a otro surgieron otras posibilidades: la creación de lenguajes que permitieron la comunicación, la creación de culturas, generación de civilizaciones, el concepto de riqueza, las guerras por territorios, con miras a la expansión y tantas otras cosas sin las que no somos capaces de concebir al mundo.
Hace un par de días nos despertamos con la noticia de una tragedia en un Centro del Instituto Nacional de Migración de Ciudad Juárez, casi cuarenta seres humanos muertos y otros tantos en situaciones de salud de pronóstico reservado como resultado de un incendio aparentemente provocado por quienes se encontraban detenidos ahí.
La negligencia, las respuestas insuficientes, el deslindarse de la responsabilidad y decir “usted dispense”, pareciera una burla ante el dolor de los que no pueden sernos ajenos.
Históricamente sabemos bien el porqué de que muchas ciudades en el territorio nacional se llamen ““pueblos de mujeres”, sus hombres se van “al otro lado” a buscar las oportunidades que aquí no les son ofertadas, son los amigos de Western Union y Money Gram. Los cinco minutos de festejo para suplir la presencia cuando llega el envío, unos dólares a cambio de un padre, un hermano, una madre, una hermana, unos hijos. ¿Qué se le dice a los que se quedaron esperanzados y que ahora buscarán los hombres “su gente” en esa lista infame?
Recordar que “arrieros somos y en el camino andamos”. Todos migramos, cuando nos toque mirar a esos otros ojos, mirémonos en el espejo, tal vez eso nos provoque regalar al menos una sonrisa…