Motocicletas: ¿Más riesgo que beneficio?

Las motocicletas siempre han sido un gran atractivo para los que gustan de emociones extremas. Pero también se han convertido en una alternativa como medio de transporte para muchos jóvenes y familias. Las hay deportivas, para viajes largos, de carreras y de ciudad. Pero tener una ¿es un riesgo o un beneficio?

Sin embargo, y lamentablemente, también ahora son usadas para asaltar, e incluso matar. Los sicarios de los cárteles criminales las utilizan para escapar rápidamente. En zonas urbanas aparecieron los “motorratones”, sobre todo en áreas de alta concentración de personas, como las terminales o mercados. Paran, roban y huyen.

Creció tanto esta modalidad en el Valle de Toluca que las autoridades municipales de la capital del Estado de México implementaron operativos para la revisión y detención de motocicletas que no tuvieran papeles, que los tripulantes fueran más de dos o que no llevaran casco. Incluso, para prevenir delitos, hubo un tiempo que no se permitía la tripularan dos personas.

Ello permitió bajar el índice de asaltos en las calles bajo este esquema. Habían sido tantas las quejas que el alcalde Raymundo Martínez inició estas acciones que no gustaron a muchos, pero dio resultados verdaderamente en cuestiones de seguridad. Incluso, hubo varias detenciones. 

De acuerdo al último informe del gobierno de Toluca, de enero a la fecha han sido remitidas al corralón 762 motocicletas y se han aplicado más de mil 873 infracciones por infringir la normatividad vigente. Ojalá en todos los municipios se aplicará esta medida.

Pero otro grave problema son los accidentes de motociclistas. En el Valle de Toluca hasta la fecha se han registrado, por medios de comunicación, 12 accidentes con muerte de los tripulantes. Es decir, al menos cada seis días en vías rápidas y grandes avenidas, fallece una persona por esta causa, aunque sería bueno tener las cifras oficiales porque es claro que no todos los percances se publican.

Me tocó ver cómo en un operativo una mujer era detenida. A bordo de la moto iban con ella dos niños, de entre cinco y ocho años. La cara de ella era de tristeza. Quizá representaba la única manera de llevar e ir por sus hijos a la escuela, porque ellos llevaban mochila. Por supuesto, no llevaban casco. 

Pero nos ha tocado ver hasta cuatro o cinco tripulantes en una moto. Quizá apenas uno o dos con protección en la cabeza, pero sin que ello deje de representar un gran riesgo. Al final, el cuerpo es la carrocería de ese medio de transporte.

Los repartidores de negocios de servicio a domicilio, quienes tienen tiempo de entrega, los vemos a toda velocidad entre los autos, sin la menor precaución. Todos sabemos de los accidentes constantes de estos chicos que sólo buscan ganarse un sustento.

Voy a todo esto porque este vehículo se ha convertido en una opción de transporte no sólo para familias de bajos recursos, sino para gente que busca evitar el excesivo tráfico que ya hay en las zonas urbanas, donde la movilidad es cada vez más pesada. Urge que las autoridades del ramo tomen cartas en el asunto y si es necesario que los legisladores deban intervenir, que sean las dependencias las que digan de qué forma. 

No podemos esperar a que sigan las desgracias. Los conductores de las motos no respetan los canales y se generan accidentes trágicos. Muchos conductores de auto tampoco tienen precaución. Es todavía el momento para detener el crecimiento irregular. No vaya a pasar como con el pulpo camionero, que ya no se puede controlar a pesar de que el Estado es dueño de las concesiones.

TAR