Estamos por cumplir un año del brote del coronavirus y parece que, como sociedad, como humanidad, no se ha aprendido la lección a pesar del costo lamentable de cientos de miles de personas muertas a causa de la pandemia.
Al día de ayer en el mundo habían muerto un millón 646 mil 687 personas por coronavirus.
Los países con mayor número de fallecimientos por Covid-19 son Estados Unidos con 307 mil 59; India con 144 mil 96; Brasil con 182 mil 799.
En nuestro país, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Salud han muerto hasta ayer 115 mil 769 personas.
Durante los últimos días, las noticias que son esperanza se refieren a la aplicación de vacunas en países como Reino Unido y Estados Unidos; sin embargo, el riesgo sigue latente y de manera dramática en Europa el temor es una tercera ola de contagios en el mes de enero de 2021.
Si algo nos enseñó el Covid-19 es la capacidad de la pandemia para borrar fronteras, cruzar océanos y ampliar una mancha de contagios por el mundo. Por eso debe ser factor de atención para América Latina lo que ocurre en el viejo continente. No se puede pasar por alto; merece atención y debemos aprender de esa lección.
La oficina europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS) enumeró recomendaciones para minimizar el riesgo de Covid-19 para las vacaciones de invierno. ¿Y que cree? Que no son medidas extraordinarias; no son costosas, ni difíciles de aplicar; sólo es una dosis de sentido común, por increíble que parezca, para evitar contagios.
El organismo advierte que reuniones interiores, incluso las más pequeñas, pueden ser riesgosas porque concentran a grupos de personas, jóvenes y mayores de diferentes hogares que no pueden estar siguiendo medidas de prevención de infecciones.
Por ello la OMS región Europa propone que:
• Las reuniones deben realizarse preferentemente al aire libre si es posible.
• Los participantes en las reuniones, incluso en los mismos domicilios, usar máscaras (cubrebocas).
• Mantener la distancia física.
• Limitar el tamaño del grupo.
• Garantizar buena ventilación para reducir el riesgo de exposición.
Y advierte la OMS que puede resultar incómodo usar máscaras (cubrebocas) y practicar el distanciamiento físico cuando se está con amigos y familiares, pero hacerlo contribuye significativamente a garantizar que todos permanezcan seguros y saludables.
Se lee bien, y lo más deseable es que también en nuestro continente y en nuestro país se puedan atender esas recomendaciones.
Porque la realidad nos golpea en la cara:
La gente satura las calles de las principales ciudades sin cubrebocas, sin guardar sana distancia.
Las cifras de ocupación hospitalaria están al alza y saturan los nosocomios y no es casualidad que el número de personas contagiadas haya aumentado después de fechas que registraron una presencia importante de personas en las calles; como lo fue durante el Buen Fin.
Se tuvo que recurrir a medidas más drásticas como el cierre a las 17:00 horas de comercios y restaurantes, en el caso del Estado de México y la Ciudad de México, para disminuir las actividades.
Ya lo había comentado en una entrega anterior: la aplicación de movilidad más popular en dispositivos móviles informó del incremento del 50 por ciento en el congestionamiento vehicular previo a la Navidad, cerca de los centros comerciales. De ahí que se trata de contener concentraciones sociales sin afectar de mayor manera al sector comercial y restaurantero.
Son cada vez más comunes las imágenes de fiestas en todos los estratos sociales, que tienen que ser canceladas por la fuerza pública porque se realizan de manera clandestina y desatendiendo las recomendaciones.
En fin, no entendemos ni atendemos el problema aún sabiendo las consecuencias adversas que genera.
Ni la realidad dolorosa que se vive en los hospitales; con médicos, doctoras, enfermeras y enfermeros, camilleros, agotados, nos llevan a aprender la lección que a diferencia de lo que vimos a partir del primer trimestre del año, sus consecuencias ahora se ven con mayor velocidad en su letalidad.
Por todo ello: hay que atender las recomendaciones. No sobra decirlo.
Regale salud a sus familiares y amigos. Será uno de los obsequios más preciados que nunca antes haya dado.
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