Cada año una gran cantidad de cinéfilos, eruditos o empíricos, arremete contra la ceremonia de la entrega de los premios Óscar, de la Academia de Hollywood, a la cual califican de frívola y sin sustancia social. Al margen de la exhibición del glamour, el cliché de la alfombra roja y de la pasarela de lo banal, lo que a mí siempre me ha importado es qué manifestaciones cinematográficas trascienden la mera exhibición, al grado de ser galardonada y, sobre todo, si lo que eligen los miembros de la academia coincide con mis propios gustos.
Siempre trato de ver antes de la ceremonia todas las películas nominadas, para confirmar si coincido con la decisión del jurado. En el caso de la edición de 2024, vi todas, salvo Anatomía de una caída (lo cual lamento, pues han escrito y hablado maravillas de ella). Como ya saben, ganó Oppenheimer. En lo personal, creo que es una buena película, a secas. Chris Nolan ha tenido mejores trabajos y creo que la Academia lo premió porque ya se la debía, así como en el caso del premio a mejor Director. Sin contar Anatomía, creo que la mejor peli del año fue Pobres Criaturas y que su director, Yorgos Lanthimos, también merecía el galardón.
Por otro lado, aunque Cillian Murphy me parece un estupendo actor, estructurado, de método (su mejor rendimiento es éste), me conmovió hasta el fondo de mi ser Paul Giamatti (Los que se quedan). Su interpretación como un profesor amargado y estrábico es potente, contundente. Ya me había demostrado su gran calidad histriónica en Entre copas (2004). A Bradley Cooper también lo tengo como un muy buen actor, pero lo noté sobreactuado y artificial en Maestro. Jeffrey Wright (American Fiction) desempeñó una actuación sólida, pero sin notas estridentes.
En el caso de las actrices, cuando vi a Annette Bening en Nyad supe que merecía el Óscar. Desde luego que mi opinión colapsó porque después vi a Emma Stone en Pobres criaturas. ¡Qué calidad! Creo que el máximo reto de todo actor es que se perciba la evolución del personaje que interpreta. Ya le dediqué una columna entera a esta estupenda actriz. Búsquenla. Lily Gladstone también me impresionó (Asesinos de la luna) y creo que nadie le gana en la proyección dramática de la melancolía, pero palidece ante Stone, que parece ser ya una actriz de época.
Con relación a actor de soporte, no hay lugar a dudas: Robert Downey Jr. lo merecía. Me da mucho gusto que su músculo actoral esté más vigente que nunca y que haya demostrado al mundo que se puede salir de las adicciones y de los proyectos cinematográficos comerciales. En el ínterin ya había dado muestras de gran talento: en Chaplin (1992), Two girls and a guy (1997) y la que es mi favorita, pero por otras razones: El cielo se equivocó (1989), pues en aquella época comenzaba yo mi carrera como periodista y Robert interpreta a un periodista en ciernes. Seguimos la próxima semana. Prometo ver Anatomía de una caída.