No estamos pendientes de nuestros indígenas. Y ellos pueden sublevarse. Un análisis minucioso que no se ha hecho, puede, en este momento en México, ser de suma importancia.

No estamos hablando, estrictamente del asunto de los pobres indígenas. Estamos hablando de una nueva concepción de política que nos encamina no a la manipulación y al conflicto, sino al entendimiento y conocimiento. Esto no es una forma antagónica de ver las cosas; es simplemente una parte abierta inteligente y racional que se debe permitir dentro de los asuntos públicos.

Si hacemos –o tratamos de hacer– un análisis humanístico y no tecnocrático del asunto, tenemos que sentarnos a pensar en que el asunto de los indígenas es un problema grave. La realidad es que los pobres en nuestro país, son más de la mitad de la población de México.

Si empezamos por el problema que el EZLN ha desencadenado y que el gobierno no ha podido resolver; si pensamos en el lapso tan largo que ha existido entre el estallido de éste, como guerrilla, que se ha tornado en un largo espacio para el diálogo, -diálogo que no ha prosperado-; si estamos en una expectativa, viviendo como nunca el qué, cómo, cuándo y a qué hora se debe dejar que este hombre hable -Marcos-; porque de no hacerlo así, las fuerzas que no entendían lo que estaba pasando, empezarán a enterarse, y las que lo apoyan lo seguirán hasta la muerte. Se trata de un ejemplo de una parte también de una población que se está muriendo de hambre.

Hablamos de Marcos, el de carne y hueso que ha vivido en una parte –el sur de nuestro país- hace treinta años, ese lugar que es totalmente diferente al resto de nuestro territorio, en donde, todos no son cafés ni negros, ni blancos, sino de una raza ancestral de mayas que han vivido en ese territorio por más de tres mil quinientos años, y a los que hemos abandonado a su suerte.

Como propuesta, valdría la pena escuchar a los actores, porque esto hace que tengamos una clara idea de lo que ellos quieren. En este sentido, he de introducir algunas consideraciones.

El significado que estas personas tienen de identidad es algo fuera de toda discusión. El hecho de que estén defendiendo sus territorios, como algo heredado que contiene raza, espíritu, leyenda, tradiciones, religión e inteligencia universal y cósmica que reconocen por mera intuición y sensibilidad, es un asunto que no está a discusión.

Almas que tienen más significados que para otros que no existen.

Pero eso no es todo lo importante. Entender la cultura de estos pueblos, se puede en este momento asimilar en este país, para tratar de resolver una problemática ancestral: el olvido de todos los indígenas. Y no es solamente esto, es el olvido de todos los mexicanos pobres. Que no son solo los indígenas.
gildamh@hotmail.com

ASME


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *