Pone Lety punto final a su batalla contra el cáncer

Poder poner un punto final a una batalla, uno que sea tangible y se pueda ver todos los días, no es sencillo y tampoco es para todas. Para Leticia, luchar durante años contra el cáncer de mama y observar cómo lentamente se disolvía en la quimioterapia lo que ella era antes del diagnóstico, fue el impulso a hacer visible que ella ya ganó.

Víctor, un tatuador radicado en Toluca, cruzó su camino por azares del destino. Él la coronó victoriosa tras los rounds por su vida que tuvo que protagonizar contra el cáncer. Sus historias se entrelazaron para crear un halo de esperanza para las que siguen en la contienda.

El día en que Lety, como le llaman de cariño, llegó al estudio de Víctor, ubicado en la colonia Valle Verde de la capital mexiquense, su rostro fue cambiando conforme el momento de comenzar con el tatuaje que la haría “ver completa” se acercaba.

“Me siento bien, tranquila. El doctor me pidió hacerme el tatuaje de pezón para darme de alta”, comentó y tomó aire. Se puso una bata, revisó sus manos, acomodó su cabello, respiró profundo, como quien está a punto de ser declarado victorioso y comenzó a recordar.

“Me diagnosticaron cáncer en 2018, yo tenía 33 años; no lo esperaba, mi pareja en ese momento fue quien me detectó una bolita. En ese momento yo tenía Seguro Popular, me comenzaron a atender y afortunadamente después conseguí un trabajo en el que me daban ISSEMyM”.

Debido al avance del tumor, la decisión para salvar su vida fue practicar una mastectomía radical, es decir, le quitaron el seno aunque no fue esa operación la que le destruyó el ánimo, sino las quimioterapias.

“Con la primera ronda de quimios no se me cayó el cabello, entonces, el pecho no se me veía pero el cabello sí, así que me daba miedo. Cuando se me empezó a caer yo no podía llorar porque no quería preocupar a mi mamá así que fui con una persona que conocía y le pedí que me rapara, ahí lloré”.

Lo más duro, reconoció, fue mirarse en el espejo. Ver en su rostro, en el cuerpo, incluso en su sonrisa, todos los estragos acumulados que el tratamiento oncológico y la enfermedad en sí habían dejado en su ser.

Foto: Ramsés Mercado

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La reconstrucción de una vida

Tras varios ciclos de quimioterapia, se le notificó a Lety que por fin había vencido al cáncer y tras dejar que su cuerpo se recuperara, fue sometida a una reconstrucción de mama.

Con lipotransferencia, es decir, con su propia grasa y piel del vientre, le fue creado un nuevo seno.

Al año, en promedio llegan 350 casos nuevos que llegan al Centro Oncológico del Instituto de Seguridad Social del Estado de México. Si bien la mayoría de los casos se concentran en mujeres de más de 50 años y apenas 1% del total corresponden a hombres en el Edomex, también hay casos de mujeres de menores de 40, como Leticia.

La predisposición genética y el uso prolongado de anticonceptivos orales, son los principales factores para desarrollar el cáncer de mama, el tipo de cáncer que ocupa el primer lugar en atención médica.

Además, también se ha detectado que una mala alimentación basada en la ingesta de lácteos, grasas, alimentos procesados y carnes rojas puede ser el factor detonante en la aparición de casos cáncer de mama, pues en cinco de cada 10 casos es una constante que se repite en las pacientes diagnósticas.

Debido a que en la mayoría de los casos el cáncer de mama se detecta en etapas tardías, la mastectomía radical continúa siendo uno de los tratamientos más comunes, lo que implica la amputación completa del seno. 

Para mejorar la calidad de vida de quien pasó por el quirófano para una mastectomía radical, ya sea simple o doble, en el Instituto de Seguridad Social del Estado de México (ISSEMyM) se llevan a cabo reconstrucciones de la mano de un cirujano estético y, aunque el único requisito es que la paciente la solicite, el dolor y el trauma de la cirugía son factores que mantienen las estadísticas de esta intervención bajas.

Lety fue una de las “afortunadas” de que su piel cicatrizara de manera correcta, ya que de cada 15 mujeres que son sometidas a una mastectomía radical, apenas dos logran acceder a una reconstrucción mamaria.

Hace un año, el procedimiento fue realizado en el ISSEMyM pero faltaba un paso: recuperar el pezón.

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Víctor, un mensaje de amor

Con paciencia, Víctor, un tatuador de Toluca, comenzó a tomar las medidas de Leticia. Tomó cinta métrica, pluma y comenzó a trazar las líneas que guiaron su aguja.

Desde hace siete años, prometió que tatuaría pezones a mujeres que hubiesen vencido el cáncer de mama de manera gratuita como una forma de reconocer su lucha y “coronarlas” campeonas.

“¿Por qué lo estamos haciendo? Porque todo es un movimiento en el cual yo he encajado. Ya se dio ¡qué chingón! Lo hacemos porque podemos, porque debemos y porque… ¡para eso estamos!”.

Para él, regalar el tatuaje es una forma de enviar un mensaje social, todos tenemos que sumarnos a las distintas luchas de quienes están en un grupo vulnerable.

“Es un honor darles ese punto final al cáncer que en su vida es un punto y seguido. Visualmente, ahí es donde yo puedo ayudar. La invitación es la misma, mi teléfono es 722 347 8766 y aquí voy a estar listo para tatuar, o ayudar a las personas que perdieron hasta la ceja en las quimios”.

Foto: Ramsés Mercado

Su “regalo”, si bien tiene que ser aprobado por el médico tratante de las pacientes con cáncer, asegura que es real, respetuoso y de calidad.

Lo que Víctor dona, reconoció, es gracias a sus clientes, en especial a los regulares, pues el tatuaje realista de pezón en Toluca se cotiza en promedio en 3 mil pesos, lo que para muchas sobrevivientes es inaccesible.

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Un tatuaje que marca la diferencia

Tras más de dos horas parada viendo cómo entraba y salía la aguja de su piel, cómo una mancha rosa se convertía en la versión más realista de lo que un día fue, Letty estaba exhausta.

Evitó en todo el proceso verse al espejo para no arruinar el momento. Pero el cansancio de estar horas de pie no opacó la sorpresa.

Parada frente al espejo, abrió los ojos, quizá como nunca.

“Sí le quedó como estaba, estoy completa”.

Un abrazo, una charla después. Leticia le puso punto final a su lucha de años y reconoció que ahora tiene el valor para dejar de vivir la vida que le tocó y construir lo que siempre soñó por lo que comenzará a estudiar una maestría.

DMM