Hace más de dos décadas que el feminismo o las corrientes feministas están divididas de cara al tratamiento de la prostitución. Hay quienes piensan que la postura abolicionista esconde la responsabilidad de tratar a las mujeres prostitutas como seres humanos y que tras la demanda de que desaparezca la prostitución no se las atiende.
Hay otras que dicen que promover el reconocimiento laboral de estas mujeres en realidad está justificando la peor de las condiciones de esclavitud y maltrato humano. Hay una tercera vía. ¿Es trabajo? Entonces no puede estar ubicado en los mínimos de trabajo digno y decente. La polémica es si es trabajo, mismo que no puede ubicarse en ese delgadísimo margen entre el uso del cuerpo para el placer de otros y otras, sin dignidad.
La dignidad es un tema central en esta discusión. Alguien podría decir que las personas que piden limosna en la calle, trabajan. Es una situación donde hay un mínimo de dignidad. Ya que se someten a malos tratos, a la persecución callejera. En la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México el tema de la prostitución ya ha generado una gran polémica.
En los años 30, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas optó la vía de la abolición. Esta fue una postura oficial que, sin embargo, se fue degradando al pasó de los años. En cada entidad de la República en forma de Litis o fuera de ella, la prostitución es tolerada, reglamentada, organizada por muy distintos gobiernos municipales y estatales.
En ningún espacio se discute el papel de la clientela. Los usuarios de la prostitución no son juzgados. Más bien, según el proceso de desarrollo, modernización o no, aún a muchos hombres jóvenes se les inicia sexualmente con una prostituta. Tal vez ello ha disminuido, no sabemos. No tenemos estudios de fondo sobre lo que piensa la sociedad frente a la prostitución.
Salvo casos de escándalo, cuando una casa de citas hace mucho ruido o cuando sucede que una casa de prostitución está ligada al crimen o a actos antisociales, más bien se las tolera, consiente y los señores de la política o de la administración pública viven de los pagos encubiertos para que muchos “tugurios”, entre otras cosas, también incluyan en el negocio a la prostitución.
Lo cierto es que hasta ahora no tenemos una salida. Ni la económica, ya que las mujeres buscan, o — después de haber llegado a la prostitución por vías distintas,– se quedan ahí, porque para ellas también es una forma de sobrevivencia. Es un trabajo sin dignidad. Se diría que eso es conservadurismo. No lo creo.
¿Cómo podría adquirir esa dignidad? Es un tema de libertad, argumentan las personas que favorecen su reglamentación y reconocimiento como un trabajo. Habrá que demostrarlo. Es el resultado y la vía de la trata de personas para fines de explotación sexual. ¿Todas las prostitutas son sujetas de trata?, tampoco está claro. Lo cierto es que es uno de esos oprobios de la condición discriminada de las mujeres; el sitio donde dejan de ser personas para ser un cuerpo con el cual se puede comerciar. Me dirán que no es exclusivo de las mujeres y esa es otra de las vertientes de la polémica.
La condición social y económica, el paro laboral, la pérdida de valor del salario, la falta de oportunidades en sociedades globalizadas y otras cuantas cosas, también han generado la prostitución masculina. Que el asunto no es menor.
El problema existe, las mujeres explotadas también; las que dicen que la eligieron, pero piden perdón, también; las diatribas de un lado y otro igualmente. Habrá que trabajar creativamente, poniendo en el centro los derechos humanos de las mujeres. Las dos posturas, mientras tanto, deben generar un buen análisis.
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