Remembranza del Centenario de la Erección del Estado de México (Parte 4 de 4)

El Diputado Enrique A. Enriquez al continuar su discurso  del centenario de la entidad señaló que “los Batallones Ligeros de Toluca oyeron las dianas de la victoria del 5 de mayo de 1862, y un lauro de gloria prendiéndose a sus banderas como premio a la abnegación y valor que demostraron en aquella jornada épica que consagró al Triunfo del Derecho Universal, sobre la injusticia y la soberbia de los hombres de Europa, que pretendieron con superioridad grotesca, humillar a un Pueblo de Espíritu Indomable.

Nicolás Romero y Epitacio Sánchez, guerrilleros de contornos heroicos, fueron los adalides que el Estado mandó a la lucha de la Reforma. Ellos, con su modestia inmensa y con su patriotismo infinito, concretaron los anhelos de los progresistas de aquella época que nuestro León Guzmán, con Zarco y Ramírez, Arriaga y Degollado, Prieto y tantos más, grabó en las páginas del Código Político de 57, que fue bandera augusta de libertad y de justicia.

Pléyade gentil en sus ademanes de inquebrantable fe en el destino de México; avanzada, no de gregarios inconscientes, sino de unidades solidarias de sacrificio y amor.

Estamos a cien años de distancia del advenimiento de nuestro Estado a la vida republicana, y contemplando con reverente emoción la obra de sus hijos representativos en las diversas manifestaciones del progreso humano. A esta distancia nos damos cabal cuenta de que el sistema federativo ha arraigado hondamente en el alma popular y de que sería, no ya difícil, sino imposible, desentrañarlo de nuestra organización política.

Si es verdad que el sistema fue un tanto extraño en 1824, también lo es que los acontecimientos posteriores ocurridos en la República lo justificaron plenamente.

Porque, en efecto, nuestras luchas contra el extranjero, a partir de la emprendida contra el Poder Español, nuestras guerras internas, dejaron bien prendida en el alma del pueblo la idea de Independencia al obtener la mejor suma de libertades para atender a su propia evolución política. 

El Estado es, pues, una entidad real, con vida propia y de diamantina nitidez, que ha demostrado poder existir aún en épocas verdaderamente aciagas para el país. Conmemoramos entonces el primer centenario de un organismo que se construyó con sacrificio, pero que ha vivido naturalmente, nutrido con la savia vigorosa y fecunda de sus hijos, savia hecha de holocaustos de vida, razón, voluntad y pasión por la gloria.

La XXIX Legislatura del Estado, representación genuina de la voluntad popular, recuerda con veneración y amor, en esta fecha, el principio federativo que dio el ser político al propio Estado de México; y al mismo tiempo, el esfuerzo silencioso, modesto, obscuro, pero inteligente, afectivo y patriótico de sus hijos, que han laborado por el prestigio del pequeño solar y por el prestigio de nuestra Madre Gloriosa, que es la República, esplendente aún en sus desgracias, generosa aún en sus tribulaciones, indestructible aún en sus derrotas, y grande, amada, enaltecida y bendita aún en las horas aciagas de sus dolores maternales”.

Como se ha podido apreciar en estas cuatro entregas, los actos conmemorativos del centenario jurídico de nuestra entidad no se enfocaban a la erección del Estado de México en el territorio de la Provincia de México el 20 de diciembre de 1823, sino más bien como lo decía Aurelio J. Venegas en su iniciativa de decreto: a declarar “el 2 de marzo de 1924, como aniversario de la existencia política del Estado Libre y Soberano de México dentro de la forma de gobierno republicana, representativa y popular”.

TAR