De concretarse la reforma electoral que se cocina en el Congreso de la Unión, sobra decir que la misma estará manchada de origen por los varios desaseos que se han dado en su entramado. Lo deseable en toda democracia es concretar reformas en favor de las mayorías con un amplio consenso no solo de la clase política gobernante y sus opositores, sino con el respaldo de la sociedad y de las organizaciones de la llamada sociedad civil. También hay que reconocer que es imposible alcanzar el cien por ciento de respaldo.
Las negociaciones y la puja por alcanzar los votos necesarios se están dando como en toda democracia. Desde el Presidente Andrés Manuel López Obrador, que aprovecha el foro de las mañaneras para casi a diario promover la reforma electoral –con ataques centrados principalmente en los integrantes del Consejo General del INE, por sus altos salarios y su presunta imparcialidad–, hasta los líderes partidistas, unos a favor como Mario Delgado, de Morena, a los que están en contra como Marko Cortés, del PAN o Dante Delgado, de MC, hasta los que juegan a dos bandas, como Alejandro, Alito, Moreno, del PRI.
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Si ya de por sí una reforma implica ruido, oposición y resistencias, hay eventos o actores políticos que se encargan de enturbiar aún más el ambiente de una manera innecesaria, que empañan la probable buena intención que tengan quienes la promueven. Ahí está el caso de la ombudsperson Rosario Piedra Ibarra, quien de la nada, saltándose al consejo consultivo de la CNDH, emitió una recomendación en la que lanzó descalificaciones contra el actual árbitro electoral, dando muestras de sumisión al poder ejecutivo, que dejan muy mal parado a un organismo que se presume y se requiere independiente.
Por el otro lado está el mismo INE, el objetivo central de la reforma que se impulsa desde el poder. El organismo y su consejero presidente, Lorenzo Córdova, se pusieron de pechito, como se dice popularmente, con la no difusión pública de una encuesta realizada por el mismo INE y que arroja datos interesantes respecto a la percepción de la sociedad en torno a la reforma electoral. Una gran mayoría acepta y se pronuncia por ella. Pero si el presunto ocultamiento de los resultados de la encuesta ya era un punto menos para los defensores del INE, los pronunciamientos de Córdova para justificar la opacidad fueron más desfavorables. No te ayudes compadre, dijeron muchos.
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El próximo fin de semana se anuncia o se convoca a una movilización nacional en torno a la defensa del INE. Si la movilización no es lo suficientemente masiva, menos argumentos tendrán quienes se oponen a la reforma y más recursos discursivos para quienes la promueven. Y como si eso no bastara, los defensores del INE están convocando a un “paro nacional” el lunes 14, que de fracasar, como todos los paros que se han convocado desde hace mucho, podría ser una puntilla más para que la dichosa reforma electoral sí se concrete.
REBURUJOS
De muy bajo perfil hasta el momento la actividad de Delfina Gómez y Alejandra del Moral, ambas bautizadas como defensoras, una de la cuarta transformación y la otra del Estado de México. Se explica porque oficialmente ninguna es oficialmente candidata de nada, pero una vez que adquieran ese carácter, otro gallo cantará.
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