En los últimos siete meses, el gobierno de Ecatepec dispersó 240 fiestas, 10 de ellas entre viernes y sábado, además de que cerró dos bares y un bar móvil cuyos parroquianos no acataron medidas sanitarias. La localidad tiene 11 mil casos 434 positivos del virus y mil 827 defunciones.


Esto que sucede en Ecatepec, es el vivo retrato de lo que sucede en casi todo el Estado de México, donde los alcaldes han sido incapaces de contener a la población que ya está deseosa de salir a pasear, a disfrutar de fiestas colectivas. Vaya, ya está harta de esta encerrada.


Lo mismo pasa en Toluca, donde ha habido bailes colectivos con más de mil personas, en San Mateo Atenco, Almoloya de Juárez, en Neza o en el sur, en todos lados hay como un frenesí por salir a desafiar a la muerte, porque de eso se trata, cada que salimos de casa estamos jugando una especie de ruleta rusa y si acudimos a lugares muy concurridos el riesgo aumenta de manera considerable.


En Tultitlán, en el santuario a la Santa Muerte, allá en la colonia Fuentes del Valle, se congregaron cientos de personas sin ningún tipo de restricción preventiva.


En Valle de Bravo hubo aglomeraciones en el centro de la cabecera municipal, pues la gente salió a festejar el Halloween con una caravana de vehículos y motocicletas, mientras que otros llevaron a sus niños a pedir calaverita. Hubo fiestas privadas en varias partes de la comunidad.
Por un día se perdió al miedo al Covid-19.


Familias enteras, niños y jóvenes disfrazados pedían dulces sin utilizar cubrebocas, careta, guantes o respetar la sana distancia.


Una escuela privada en el municipio de Chiautla organizó una pasarela de disfraces, sin ningún temor por la pandemia. Algunos vecinos llamaron a la Policía para reportar la reunión, pero allí les respondieron que los directivos tenían autorización del gobierno municipal.


La Secretaría de Salud suspendió un evento público masivo en San Mateo Atenco donde participaban tres “sonideros”, la cual fue convocada mediante las redes sociales.


En Toluca implementaron operativos permanentes con el objetivo de disuadir la celebración de reuniones, bailes, fiestas, entre otras actividades en las que exista aglomeración de personas, para evitar el incremento en el número de contagios por Covid‐19. Este fin de semana se lograron dispersar seis reuniones de ese tipo.


No es extraño, entonces que en México hayamos llegado a casi un millón de casos positivos (929 mil 392 hasta el domingo) a Covid-19 y que el Estado de México, junto con la Ciudad de México, Nuevo León, Guanajuato, Sonora, Veracruz, Puebla, Tabasco, Jalisco y Coahuila sea una de las entidades donde más contagios existan.


Con base en cifras de la Secretaría de Salud del Estado de México, 58 mil 195 mexiquenses han librado al COVID-19, pero tenemos 94 mil 183 casos positivos contra 124 mil 629 negativos, 21 mil 457 sospechosos y 12 mil 978 personas han fallecido a consecuencia de la pandemia.


Entonces no parece exagerado que los alcaldes de Ecatepec y Nezahualcóyotl analicen seriamente la posibilidad de regresar de manera unilateral al semáforo epidemiológico de color rojo. Ecatepec es el municipio con más casos de contagios del Estado de México, con 11 mil 434, le sigue Nezahualcóyotl, con 8 mil 273. En ambas demarcaciones, los habitantes usan el transporte público sin ningún tipo de restricciones y en las instalaciones de las redes de traslado se registran aglomeraciones. Eso, por no hablar de la tendencia a organizar fiestas privadas y públicas.


Es cierto, la pandemia nos agarró a todos por sorpresa y nadie se imaginó en marzo, cuando se decretó el aislamiento, que duraría tanto tiempo, pero no hemos entendido que en la medida que apliquemos con responsabilidad las medidas preventivas estaremos salvando vidas. La nuestra, por principio de cuentas.

ASME


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