Desde 1929, cuando se fundó el Partido Nacional Revolucionario, antecedente directo del Partido Revolucionario Institucional, hasta la fecha, el Estado de México ha tenido 23 gobernadores; de ahí para acá han pasado 94 años.

Las crónicas señalan que desde 1942, cuando asumió el poder Isidro Fabela Alfaro, hasta nuestros días estuvo gobernando el mítico “Grupo Atlacomulco”. Un rápido vistazo a la historia nos dirá que no es así.

Después de la promulgación del Plan de Agua Prieta en 1920, que coincide con el ascenso al poder de Álvaro Obregón, los hermanos Abundio y Filiberto Gómez, cercanos a Obregón, empezaron a controlar los cargos políticos en el Estado de México. En 1925 fundaron el Partido Socialista del Trabajo y desde allí buscaron congregar a todos los grupos postrevolucionarios.

Poco les duró el gusto, sin embargo, a los hermanos Gómez, porque después del asesinato de Obregón, el presidente Plutarco Elías Calles decidió seguir el ejemplo del PST y organizó un partido nacional donde confluyeran todos los grupos políticos del país para hacer a un lado el caudillismo. Así nació el Partido Nacional Revolucionario.

En 1929 fue electo gobernador de la entidad el general Filiberto Gómez, quien resultó ser el primer mandatario emanado del PNR; le siguieron sus incondicionales José Luis Solórzano y Eucario López y después el yerno del general, Wenceslao Labra. Éste último dejó a su compadre y amigo Alfredo Zárate Albarrán, ya bajo las siglas del Partido de la Revolución Mexicana, quien murió a balazos en una cantina de Toluca el 8 de marzo de 1942. 

Adiós al mítico Grupo Atlacomulco

A José Luis Gutiérrez y Gutiérrez le correspondió ser el mandatario de la transición entre el grupo político de los hermanos Gómez y la nueva camada de dirigentes políticos con residencia o nexos con Atlacomulco, pues José Luis sólo estuvo en el poder 8 días, suficiente para entregárselo a Isidro Fabela, quien llegó como gobernador sustituto, enviado por el presidente Manuel Ávila Camacho para pacificar a la entidad.

Fabela le dejó el puesto a Alfredo Del Mazo Vélez, primer gobernador electo bajo las siglas del Partido Revolucionario Institucional; pese al poder que en teoría había adquirido el grupo fabelista, Del Mazo le entrega el gobierno a Salvador Sánchez Colín, quien, no obstante ser oriundo de Atlacomulco, estaba completamente desarraigado de la entidad, no tenía nexos con ningún grupo, trabajaba en Veracruz, en los jardines del presidente Miguel Alemán, y eso fue suficiente para que lo mandarán de gobernador.

Sánchez Colín le entregó el poder a Gustavo Baz Prada, oriundo de Tlalnepantla, quien fue enviado a gobernar la entidad para quitarlo de la jugada por la presidencia de la República. El eminente cirujano, que ya había sido gobernador interino durante la Revolución, le entrega el poder al toluqueño Juan Fernández Albarrán, que tenía nexos claros con el grupo Zumpango, de Wenceslao Labra y con los viejos resquicios del PST.

Fernández Albarrán le deja el cargo al profesor Carlos Hank González, a quien siempre se le quisieron ver arreglos con Fabela y Del Mazo, pero no fue así, de hecho, eran contrarios, pero esa es otra historia. Hank nació en Santiago Tianguistenco, pero hizo su servicio social y laboró como maestro en Atlacomulco. Estableció amistad con el presidente Gustavo Díaz Ordaz, que fue quien lo impulsó a la gubernatura.

A Hank le siguió Jorge Jiménez Cantú, discípulo predilecto de Gustavo Baz Prada y amigo de Hank, pero no formaban parte del mismo grupo, aunque al final de su administración establecieron una alianza para tratar de dejar a Juan Monroy Pérez, pero no les salió la jugada, porque el presidente José López Portillo decidió imponer a un jovencísimo Alfredo Del Mazo González, bajo la influencia de su hijo José Ramón y del futuro presidente Miguel de la Madrid Hurtado. Del Mazo forma su propio grupo político al que denomina “Valle de México”.

De la Madrid invitó a su gabinete a Del Mazo y éste dejó en el gobierno estatal a su amigo del alma, Alfredo Baranda García; posteriormente, Hank González influyó para que su amigo y vecino Mario Ramón Beteta fuera mandatario estatal, pero las malas decisiones políticas de Beteta hicieron que el presidente Carlos Salinas de Gortari lo quitara de enmedio y mandara a su amigo, el toluqueño Ignacio Pichardo Pagaza como sustituto. Pichardo, pretendía que su sucesor estuviera entre los texcocanos Humberto Lira Mora y Mauricio Valdés Rodríguez, pero Salinas mandó a Emilio Chuayffet Chemor. 

Emilio fue invitado al gabinete federal por Ernesto Zedillo y dejó en el cargo a César Camacho Quiroz, a quien sustituyó Arturo Montiel Rojas, luego de lograr consenso entre todos los exgobernadores. Fue la primera ocasión que el presidente de la república no metía las manos. Arturo, sin consultar a nadie dejó como su sustituto a Enrique Peña Nieto, quien decidió que fuera Eruviel Ávila su sucesor, aun en contra de los deseos de su amigo y protector Montiel Rojas. El propio Peña Nieto definió la sucesión de Eruviel en favor de su pariente Alfredo Del Mazo Maza.

Este rápido recuento por la historia del Estado de México desde 1929 nos dice que sí, durante 94 años un solo partido con diferente nomenclatura gobernó a la entidad, pero nunca se trató de un solo grupo, pues al menos se identifican a los grupos de la postrevolución, al Zumpango, al Fabelista, al Grupo Tlalnepantla, al Grupo Toluca, y al Grupo Valle de México. 

Quiso el destino que varios gobernadores tuvieran como origen Atlacomulco, pero eso fue casi accidental, aunque al final por interés se unieron, pero el Grupo Atlacomulco, como tal, nunca existió. Así que los resultados del 4 de junio le dieron un fuerte golpe a los intereses de muchos grupos, todos de filiación priista, unidos por intereses, pero muy distantes entre sí.

Datos

Los hermanos Abundio y Filiberto Gómez, cercanos a Obregón, empezaron a controlar los cargos políticos en el Estado de México.

Arturo, sin consultar a nadie dejó como su sustituto a Enrique Peña Nieto, quien decidió que fuera Eruviel Ávila su sucesor.

De la Madrid invitó a su gabinete a Del Mazo y éste dejó en el gobierno estatal a su amigo del alma, Alfredo Baranda García.