Por las manos de Shalom Rodríguez han pasado cientos de obras de arte, tal vez más de las que un coleccionista desearía.
Es historiadora, curadora, experta en arte; su ojo analítico y de microscopio ha descubierto falsificaciones y tesoros invaluables que estaban a punto de ir a la basura.
Como valuadora es parte fundamental de la casa de subastas Morton; donde paso a paso se ha ganado un respeto y lucha por que confíen en su capacidad.
“En México no estamos acostumbrados a tener arte, a comprarlo. Tenemos miedo y creemos que es para gente millonaria, pero cualquier persona puede ir haciendo su propia colección, ya sea de vinos, de relojes, de piezas de arte”.
“Suena muy elevado, ficticio y está romantizado. No hay muchos en el país haciendo esto. Hay para todos los presupuestos; desde un Diego Rivera, un vino de un millón de pesos, un reloj de 2 millones; hasta anillos desde mil 500 pesos. Cualquier persona pueden entrar a internet y ver el catálogo y comprar un lote de vinos tintos que en una subasta va de 500 pesos una caja de 8 vinos”, recomendó la experta en artes decorativas.
El arte, una buena inversión, dice Shalom Rodríguez
Rodríguez Piña se sincera y como experta señala que en las subastas se compran objetos de segunda mano, cosas usadas, pero con un gran valor. Por lo que insiste en que quien quiera invertir de una buena manera su dinero lo haga en arte.
“Es una buena inversión, es uno de los mercados más estables, por ejemplo, un Frida Khalo lo puedes comprar en 3 millones de pesos y lo venden en 39 millones y en unos años en más de 39 millones lo que ganarás”.
“No le vas a perder porque asegurados tienes esos 39 millones de pesos y es real que esa obra va a costar más con el paso de los años”, comentó.
De manera sencilla, rompiendo con el estereotipo del mundo del arte, Shalom sonríe y platica sobre sus experiencias y anécdotas.
“Son objetos tan especiales a los que tienes acceso que te maravillas. Recuerdo que tuve una de las primeras ediciones del libro El Origen de las especies, de Charles Darwin. También una firma de Napoleón Bonaparte venía en una carta de algo de la Batalla de Waterloo”.
Tesoros de la historia pasan por sus manos
“Libros firmados por Albert Einstein, obras de diseñadores del siglo 20 limitadas, piezas de Diego Rivera que no son catalogadas, cuadros que regalaba a alguien. Por ejemplo, varios cuadros de Leonora Carrington; una persona tenía muchos de Leonora porque su esposo era dentista y Carrington le pagaba con sus obras, ahora esa mujer y su familia está ahogada en dinero”, mencionó.
Pero también encontró piezas que no son originales y a ella misma le duele desilusionar a quienes emocionados creen que poseen tesoros que valen millones.
“Hay gente que no sabe lo que tiene, vienen y les decimos que es algo con mucho valor, creo que el 40 por ciento de la gente no sabe lo que tiene hasta que trajo a valuarlo, se van sorprendidos y a veces prefieren conservarlo“.
A veces descubre falsificaciones
“El otro 60 % es gente que cree que tiene las perlas de la Virgen, pero les rompes el corazón al decirles que no es lo que cree. Una vez una señora trajo un platito que supuestamente era de Sor Juana Inés de la Cruz y se fue trise porque la habían engañado”.
Ha tenido que enfrentarse al machismo
A pesar de todas estas anécdotas y de que ama su trabajo, pues al escucharla te contagia su pasión por el arte, para Shalom Rodríguez Piña no todo es miel sobre hojuelas, pues la joven ha tenido que enfrentar grandes obstáculos como el machismo.
Sentencia que estudiar arte es de valientes, pues habrá complicaciones; sin embargo, estas piedras que deben de vencer se multiplican cuando se es mujer en un círculo elitista como el del arte o más, el de las subastas.
“Llevo trabajando 4 años en Morton, era mi sueño, aunque me he topado con un mundo elitista, juega más la imagen del cómo te ven te tratan. Siendo mujer, joven y pequeñita de estatura me enfrento todos los días a que un cliente prefiere a un valuador hombre, no te toman en cuenta creen que no tienes la experiencia”.
“Le dicen a otra persona ‘la señorita que me atendió ayer’, oye, soy valuadora, pero por ser mujer creen que no sabes; buscan a un hombre para tratar con ellos. Un cliente debe de saber respetar y confiar en mi porque tengo la preparación e incluso compañeros me preguntan y piden consejos.
“Hay otra situación, cuando eligen a la nueva generación de subastadores, los que van a estar atrás del podio, la mayoría son hombres, se van más por ellos, creen que por ser altos y frondosos llaman más la atención. Está bien que necesito de un banquito para verme en el podio y debo de dar un extra porque soy mujer; es más, en mi caso doy un triple extra porque además soy baja de estatura”, criticó.
A pesar de los contratiempos, Shalom se ha ganado respeto por sus conocimientos; sabe distinguir la calidad de una pieza de marfil, la veracidad de una firma de decenas de artistas y los detalles de una obra de un siglo determinado, por ello ha roto los esquemas y es una valuadora de arte con un ojo que detecta hasta microorganismos en una pincelada.
ASME
Deja una respuesta