Para el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) el triunfo de su candidata presidencial pasa indefectiblemente por el Estado de México que se ha convertido en el principal generador de votos para dicho movimiento y no solo se trata de ese 13.16% del total de la lista nominal que representa nuestra entidad. Su rol estratégico deviene entre otros factores; del volumen de votos de la clase política y de la clase empresarial
En el 2018 nuestra entidad aportó el 20% de la votación nacional para presidente y 17.30% para diputados federales (votación de la cual derivan todas las fórmulas electorales); tres años después el porcentaje de votos respecto de lo nacional fue de 23.52%.
El último marco de referencia son 3 millones 400 mil votos obtenidos por la gobernadora Delfina Gómez hace menos de un año, de ahí que su meta sean esos 5 millones de votos que muchos se preguntan ¿para qué?, ¿con qué?, con que supere los 4 millones todos habrán ganado; la gobernadora porque aumentó su cuota de votos, Claudia Sheinbaum porque ganó la plaza y Morena porque ello le significará muchos beneficios a su clase política y que descansa el segundo factor.
La clase política del Estado de México tendrá por primera ocasión un rol muy relevante desde la oposición al mismo sistema priista y dicho lo anterior, obliga a dejar atrás su vida tribal e inaugurar una nueva ruta que profesionalice en el gobierno a sus principales cuadros políticos y esto tendrá un doble valor estratégico, por un lado desplazará a una anquilosada clase priista que hace implosión con el transfuguismo discreto al PVEM, la puerta trasera para ingresar a Morena, o se “purifica” desde el gobierno, con las numerosas posiciones administrativas que todavía detenta en el gobierno mexiquense.
Nunca tan acertado el apócope del “primor” que parecía lejano con el triunfo de la 4T en la entidad, pero que bien a bien no se alcanza a explicar porque muchos funcionarios de primer nivel siguen en sus cargos desde el gobierno de Alfredo del Mazo Maza.
El dilema aquí es que, para consolidar una verdadera transformación del régimen, Morena debe gobernar sin ninguna herencia priista y, eso hasta el momento, parece más un deseo que la realidad. La incorporación de destacados expriistas al eventual gobierno de Claudia Sheinbaum confirmaría esta tesis, pero también evidenciaría que aún faltan muchos años para que el movimiento logre la tan anhelada hegemonía política.
El tercer factor y no menos importante, lo constituye la influyente élite económica de nuestra entidad y ahí las evidencias también son muy relevantes con el presupuesto público más alto en cualquier entidad del país en el Estado de México ha producido una convivencia entre la tradicional clase política heredera de la mítica frase del “político pobre… pobre político” y en razón de su declaración 3 de 3, este principio parece convertirse en ley, pues desde el más modesto alcalde hasta cualquier aspirante a gobernador exhiben sin pudor sus riquezas, quizá con la vida austera de nuestra gobernadora esto cambie, pero es muy temprano para admitirlo.
Clase política y entes empresariales le otorgan a nuestra entidad una posición estratégica que Claudia Sheinbaum tiene muy clara y para ganar el país necesita ganar en el Estado de México.
Para conseguirlo requerirá de una adecuada combinación de los 3 elementos ya descritos: una alta proporción de volumen de votos, una clase política que logre incentivos para obtener posiciones de poder y empresarios dispuestos a financiar las costosas elecciones.