Parece que las protestas y los “cacerolazos” les funcionaron a los propietarios y trabajadores de bares y restaurantes porque, a pesar de que seguimos en semáforo rojo, que es máxima alerta de contagios, tanto el gobernador del Estado de México, Alfredo Del Mazo Maza, como la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, determinaron que aquellos negocios que cuenten con áreas al aire libre podrán reabrir a partir de hoy.
No son muchos ciertamente (20 mil de un universo de 50 mil en el estado), pero seguramente los que no tienen ese tipo de áreas son capaces de salirse a las banquetas para atender allí a los comensales o, por lo menos, abrir para vender comida para llevar.
La semana pasada nació el movimiento “Abrimos o morimos”. Los trabajadores pidieron todos los días a las autoridades tomar en consideración que su situación económica es insostenible. El “cacerolazo” fue una estrategia para llamar la atención y en algo tienen razón, la competencia que mantienen con los puestos callejeros es desleal, porque jamás estarán en igualdad de circunstancias.
Los negocios establecidos representan inversión, poca o mucha, pero es dinero que está en riesgo. También significan el pago de impuestos, de derechos municipales y de pago a trabajadores y, de pasada, al Seguro Social.
Los negocios callejeros, que también es una inversión, jamás será igual. No pagan impuestos, no pagan luz, no tienen empleados, no pagan seguridad social, y, por si fuera poco, ni ellos ni sus clientes respetan las mínimas medidas de prevención. No usan cubrebocas, no se lavan las manos de manera frecuente y tampoco respetan la sana distancia.
Y es que hay que tomar en consideración que el sistema de salud mexiquense está a poco de colapsar o de saturarse. Según el gobernador mexiquense, Alfredo Del Mazo, mantenemos una ocupación de 84 por ciento, pero ese dato es refutable, porque hay decenas, quizá centenas, de casos de pacientes que son rechazados en los hospitales. Simple y sencillamente les dicen que no hay lugar.
El viernes emitió un mensaje a los mexiquenses donde aseguró que seguimos en semáforo rojo y no sólo eso, hemos rebasado los índices que se presentaron en junio de 2020, cuando se tuvo el pico más alto. Ahora en la segunda oleada se han rebasado todos los niveles al grado que existen 505 pacientes intubados, cuando en junio del año pasado la cifra más alta fue de 414.
Ha trascendido que de Toluca se están enviando pacientes de otras enfermedades y aún de Covid-19, a Atlacomulco, San Felipe del Progreso, Ixtlahuaca y Valle de Bravo, porque en Toluca los Centros Médicos y los hospitales grandes están saturados y cada vez se ocupan los pisos destinados para otros servicios.
Cierto, ya se inició la vacunación a médicos, enfermeros y laboratoristas de los Hospitales Covid, y eso es muy bueno, pero falta mucho para que las vacunas lleguen al grueso de la población. Sólo han aplicado 39 mil dosis de 127 mil que se necesitan, únicamente para el personal de salud. Esa cifra es un fiel retrato del reto que tienen por delante, en una entidad que alberga la friolera de 17 millones de personas.
Por lo pronto, ya habrá restaurantes abiertos al aire libre.
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