“The Metal Fest CDMX”, el metal en su máxima expresión

The Metal Fest CDMX cumplió, todas las bandas de trash y black metal dejaron todo sobre el escenario del Velódromo Olímpico.

Más de 8 mil almas oscuras, según cifras oficiales, sudaron, bebieron y casi se calcinaron en un infierno de 32 grados en el círculo que Dante no se atrevió a visitar en Iztacalco, pues el sol azotó a esos metaleros que retaron al clima y vistieron de negro de pies a cabeza.

“The Metal Fest CDMX”, el metal en su máxima expresión

Atheist, desde Florida, encendieron el mosphit cimbrando el piso del local mientras no cesaba la lluvia de cerveza para mitigar los rayos del sol.

Los suecos legendarios de Necrophobic con su black death metal son pura energía, pasión y provocan que los cuerpos se contorsionen en éxtasis.

Litros y litros de cerveza no eran suficientes y cuando Gutalax estaba en el escenario cientos de cabelleras se movían como crines de caballos galopando, una, para seguir el ritmo de la música y la segunda, para tratar de ocultarse de la candente estrella naranja, sí, estos seres de la noche no estaban preparados para tanto calor.

To die for le puso ese toque gótico al festival, instante en el que los guerreros del slam aprovecharon para ir por más cerveza y visitar los sanitarios.

Con Death Ángel las almas negras se desbocaron para adueñarse del espacio y bailar sin descanso, sudando a mares. Los riffs y la batería eran un llamado a entregar tu cuerpo a los dioses del metal.

Todo en un ambiente familiar, padres de familia con sus herederos en gustos musicales, mamás acompañando a sus hijas que una vez que probaron el adictivo rock ya cayeron en sus garras.

Niños de cinco años con playera de su banda favorita y chaleco de su talla.

Amorphis brindó una gran noche, sus temas conectaron de inmediato, pero a esas horas, ya muchos cuerpos de soldados del ejército del rock estaban regados en la tierra, no aguantaron los disparos de cerveza y sucumbieron.

La noche la cerraron Anthrax y Overkill

El trash de Anthrax envenenó a los miles de asistentes, los contagió de esa rapidez y energía, muchos se despojaron de sus playeras para danzar en círculos repartiendo empujones.

Ya Overkill puso la cereza en el pastel, los que habían perdido la razón por el alcohol reaccionaron con gritos de locura y las doncellas oscuras ingresaron también a la danza donde sólo los valientes se atreven.

Un éxito el festival de metal, con la esperanza de que el siguiente año se repita la experiencia.