Las campañas políticas llegaron a su fin. Ahora vienen días de reflexión, previos a la jornada electoral del próximo domingo en que se elegirán más de 20 mil cargos de elección popular en todo el país.
Pero, ¿qué ha pasado durante este periodo de campaña?
Pensábamos que venía un proceso distinto por las circunstancias de la pandemia del Covid- 19, pero parece que no fue así; salvo el uso del cubrebocas, vimos practicas comunes de otras campañas con grandes concentraciones, cierres de campaña masivos con presencia de grupos musicales, sin sana distancia.
Las propuestas se diluyeron; oportunidad para contrastarlas no hubo porque en algunos distritos o municipios pareciera que los candidatos se dejaron llevar por otro tipo de inercias en lugar de ocuparse en dar a conocer sus planteamientos de campaña.
Los spots televisivos a los que tienen derecho los partidos políticos por prerrogativas se utilizaron en su mayoría para alimentar la confrontación y el encono, por cierto en determinados casos, subidos de tono.
La violencia eclipsó la campaña; por más esfuerzos que se hayan hecho en estos días para convencer al electorado, la agenda mediática estuvo marcada por ataques, amenazas y amedrentamientos contra candidatas y candidatos.
Como suele ocurrir, pero ahora con más intensidad, las encuestas se utilizaron como ejercicios propagandísticos.
Veremos si las redes sociales, que a diferencia de campañas pasadas fueron muy socorridas por partidos y candidatos, atrajeron en una mayor escala a jóvenes que van a votar por primera vez, o quienes se encuentran en ese rango de edad y que no han manifestado interés por la política.
Pero ahora viene el momento decisivo; el momento de la votación; esos dos o tres minutos en los que, en la soledad de la mampara, el votante determina cuál es la candidata o el candidato o partido que le despertó confianza para que lo represente.
Ojalá haya una participación copiosa; eso sin duda le dará un margen amplio de legitimidad al proceso, pero será señal inequívoca de un mayor interés para este ejercer este derecho.
Esperamos que los agoreros de las desgracias se queden con las ganas de manchar este proceso y que sean las ciudadanas y los ciudadanos, quienes con su sufragio decidan qué rumbo queremos como estado país.
Los partidos hicieron lo que tenían que hacer, bien o mal, pero el tiempo acabó.
El árbitro electoral sintió el arponeo político y por momentos quisieron tambalearlo pero se mantuvo firme; a nadie conviene que los órganos electorales estén debilitados o disminuidos.
Por momentos hubo turbulencia generada porque quien menos ruido debía meter para influir en el proceso.
Ahora que prevalezca la armonía, que se difiera pero con argumentos, no con violencia; que sea una jornada ejemplar es el deseo de muchos, cientos, miles de mexicanos que tenemos esperanza en que las cosas pueden tomar otro rumbo.
A ejercer el voto razonado que sea útil para la democracia porque después del 6 de junio la vida continuará. Y a continuación una cita que viene a propósito y es extraída del libro “Cómo Mueren las Democracias” de la autoría de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt: “Perder la democracia es mucho peor que perder las elecciones”. A seguir adelante.
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NEF
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