Los abuelos de San Cristobal Huichochitlan, en Toluca, se preocupan por mantener la tradición de San Miguel, que honra a los niños difuntos, en donde se adornan las respectivas tumbas de los panteones, se esparce humo de copal y se realiza una ofrenda en casa los días 28 y 29 de septiembre.
Gloria Morales López encabeza en familia en la comunidad otomí toluqueña que consta de 4 generaciones; sin embargo, la tradición la ha acompañado desde que ella era la última integrante de su árbol genealógico, donde aprendió la importancia de mantener esta actividad como parte de su identidad y cultura.
Ahora, la señora Morales funge como guardiana de la misma y entres las flores de cempasúchil surge como guardiana de esta identidad que siente se pierde conforme avanzan los años.
Toluca: Tradición de San Miguel que honra a los niños difuntos
“Nosotros seguimos los ejemplos de nuestras abuelitas y nuestros abuelitos cuando ellos venían al panteón y nos decían- ¡vámonos! Porque hoy es el día de los niños que fueron llamados por Dios- entonces nosotros los seguimos por esa costumbre, pero nosotros lo estamos viendo, se está perdiendo mucho esa tradición de antes”, dijo la señora.
Opinó que las nuevas generaciones suelen dar excusas para dejar de lado la tradición, así lo ve la matriarca, quien mencionó que a pesar de la situación económica siempre hay dinero para lo que se considera importante y señaló que este tipo de rituales también deberían verse como prioridad.
“Ahorita sino hacemos el empeño de enseñarle a nuestros nietos a nuestros bisnietos, se mueren los de antes y adiós, no van a venir a dejar un ramo de flores.
Es que todo se les hace caro, ahorita que no hay dinero y no hay todo, pero ¡no es cierto!, dios nos da para todo y si nosotros no ponemos el empeño a que yo haya dinero. Me acuerdo que antes en estos días se pedía, se guardaba pero siempre había”, comentó Morales.
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Buscan prevalecer la tradición
Finalmente mencionó que es labor de los ancianos de la comunidad insistir en la prevalencia de estas actividades de identidad desde los infantes de la familia, a quienes se debe inculcar el valor por la tradición.
“Mi abuelita se levantaba y aunque sea ponía una vaso con agua y en la tarde la leche, el café y trataban de hacer una ofrenda grande, porque es una tradición que decían ellos que nunca se tenía que perder y yo que ya voy para vieja también.
Es muy triste que el día que nos vayamos a morir y no le hayamos enseñado a nuestros hijos ahorita, el día que vayamos a morir no se va. A acordar de lo que les dijimos, es bonito traer a los niños chiquitos porque ese niño el día que crezca se va a acordar de su costumbre”, concluyó.
TAR