Enamorarse es una experiencia casi mágica, sobre todo cuando se es correspondido.
Es probable que la mayor parte de las personas que estén leyendo estas líneas en algún momento o en varias ocasiones se hayan enamorado y conozcan exactamente las emociones y hasta las sensaciones físicas que se producen en el enamoramiento, que en esas historias hayan vivido también la decepción amorosa o que fortuitamente transitarán al amor maduro o al amor compañero, en el que ya no hace falta la ruleta emocional del enamoramiento sino que se vive con más claridad, objetividad y compromiso.
El amor le da profundidad al vínculo, aunque la verdad es que en las relaciones amorosas nunca existe la certeza total, una relación exitosa se construye con la determinación y las acciones de quienes integran la pareja, hay reciprocidad, el amor y el interés son de ida y vuelta.
Es posible amar a quien no te ama, es cierto, pero el amor completo y sano es el que es mutuo, aunque lo otro parezca muy romántico, es muy poco funcional.
La separación amorosa, sobre todo cuando uno de los dos aún ama, es uno de los eventos que más dolor emocional provoca y experimentar permanentemente el desamor también puede enfermarte físicamente.
Tanto que en ocasiones se prefiere no reconocer algunas señales de que la relación está por terminar o que el amor ya no es correspondido.
Intentando evitar el dolor de terminar se mantiene otro tipo de dolor al ver, sentir y vivir la falta de reciprocidad día con día.
Y claro, en lugar de suponer es preferible preguntar, hablar asertiva y empaticamente sobre lo que está sucediendo, ya que puede haber otras razones del cambio de conducta de tu pareja que no tengan que ver con lo que siente por ti y que no signifiquen el fin de la relación.
Si no hay otras razones que expliquen su lejanía o si tu pareja no permite o evade el diálogo acerca de lo que sucede en la relación, es adecuado prestar atención a los indicios que pueden señalar que la relación está terminando y analizar las posibles soluciones.
Tu relación puede estar llegando a su fin si:
De pronto o gradualmente se vuelve más superficial, ya no hay una conexión emocional profunda entre ustedes, cada vez percibes más lejanía en tu pareja, la complicidad desaparece, tus preocupaciones o alegrías ya no son de su interés, hay ausencias sin explicación, la irritabilidad se manifiesta más a menudo, en ocasiones tienes la sensación de que tu presencia es molesta para él o ella, puede haber críticas constantes, las interacciones se van espaciando cada vez más y las conversaciones versan más en torno a otras personas o acontecimientos que no tienen que ver con ustedes o con la relación.
El contacto físico disminuye o se presenta ocasionalmente solo para mantener relaciones sexuales, o estas tampoco ocurren.
Cada uno parece tener un mundo a parte, o solo eres tú quien está dispuesto a compartir lo que le pasa o lo que hace, cada vez sabes menos de las actividades de tu pareja.
Cuando hay cercanía emocional puede ser que tu pareja tenga que vivir en otra ciudad por motivos de trabajo o que tenga menos tiempo que antes, pero el vínculo no se afecta, cuando están juntos pasan tiempo de calidad y en la distancia conservan la intimidad, sin embargo, cuando la relación cambio y ya no hay reciprocidad aún viviendo en el mismo lugar ya no hay una retroalimentación hacia lo que tú brindas a la relación.
Hay más interés hacia otras personas que hacia ti, ya no eres una de las prioridades importantes para tu pareja, prefiere pasar tiempo con alguien más o a solas que contigo.
Hay olvidos, ausencias, silencios incómodos, es como si ya no tuvieran temas en común.
Cada vez hay menos planes compartidos o lo que se hacen no se realizan o se cumplen por mero compromiso.
Empiezas a experimentar soledad o tristeza permanente.
Si tienes un problema tu pareja ya no está disponible para apoyarte.
Si vives una gran alegría ya no la comentas porque has probado anteriormente que tu pareja ya no se inmuta con ninguno de tus logros.
Estás en pareja pero ya no sientes que lo estás.
El proyecto de vida parece haber cambiado o nunca llegó a concretarse.
Hay más halagos y reconocimiento para otros, apoyo y comprensión hacia los demás y no para ti.
Los detalles, mensajes o llamadas no se corresponden, tu pareja cada vez tarda más en contestarte u olvida lo que ya le has comentado varías veces.
Ya no se imaginan juntos en el futuro, o tu si pero la otra persona ya no.
La confianza ya no es confianza sino desinterés.
Entre otros indicios que cada pareja puede marcar como algo distinto a lo que solían tener, lo anterior puede estar indicando que la relación está por terminar o que ha entrado en un estado de aletargamiento en el qué tal vez no se tome abiertamente la decisión de terminar, pero la vinculación cada vez sea menor o distinta, uno ama y el otro solo está porque no puede o no sabe como terminar la relación.
Incluso, existe la posibilidad de sentir pereza ante lo que implicaría terminar, pero ya no hay energía ni interés por fortalecer la relación.
Y bien, cada pareja marca su ritmo y su dinámica, no hay una regla general respecto a cómo debe ser una pareja, lo que es funcional y satisfactorio para algunas para otras puede no ser suficiente o provocar sufrimiento, así que no hay un instructivo para asegurar que todas las parejas construyen la felicidad de la misma forma, lo que es cierto es que el grado de satisfacción que los integrantes de estas experimentan sí es un indicador de la calidad del vínculo.
Si tienes razones (si las tienes son válidas aunque pueden no ser ciertas), conversa con tu pareja, tal vez, encuentren soluciones y ambos se dispongan a modificar ciertas situaciones y reavivar su relación, puede ser incluso que tu pareja esté atravesado una crisis personal… Y si los motivos son que ha dejado de ser mutuo, que la decisión de permanecer ya no es compartida o que el amor se ha transformado en cariño y gratitud, pueden hablarlo y acordar si lo que hoy tienen es suficiente para ambos o si es momento de tomar otras decisiones.
Lo ideal es actuar con responsabilidad afectiva, con empatía y respeto.
Las separaciones duelen, más si se realizan con generosidad y cuidado pueden causar menos daño que el no hablar a tiempo y dejar que el desamor lastime seriamente la salud física y mental de alguno de sus integrantes.
Aún considerando que se tiene un vínculo de calidad, cada cierto tiempo (no constantemente ni desde la angustia crónica) le va bien a la pareja replantear su dinámica, hablar de ustedes como pareja, mantener la decisión de amar no puede exigirse, hacer crecer y enriquecer la relación es un trabajo que entre dos tiene mejores resultados.
Antes de imaginar y lastimarse con ideas no confirmadas hay que preguntar y estar dispuesto a escuchar.
Si no hay posibilidad de diálogo, si la relación de pareja no soporta conversaciones difíciles, eres tú quien probablemente tenga que evaluar la conveniencia de permanecer en donde has dejado de sentirte amada o correspondido, en donde la soledad ya es tu única compañía.
¿Qué opinas?
Un abrazo
Lorena Patchen.
Psicoterapia y coaching.
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