Hace un mes, la vida de Magdalena y su hijo de cuatro años, cambió en segundos tras explotar el local donde laboraba a un costado del estadio Nemesio Diez en Toluca; con quemaduras en todo el cuerpo urgió apoyo económico y médico, pues su patrón se olvidó de ellos.
El siniestro en primer lugar se refirió que fue en una panadería, sin embargo, fue en el negocio de comida y que involucró a otros al parecer por acumulación de gas.
Desde su hogar, Magdalena compartió que desde que llegó a trabajar a la birrieria junto a su hijo, alertó al patrón que había olor a gas, lo hizo reiteradamente ese 25 de mayo, pidió que esperaran para comenzar a cocinar.
Víctimas de explosión en Toluca demandan ayuda
Incluso para que se dispersara el olor a gas que seguía oliendo, encendió el ventilador pero en ese momento nuevamente le volvieron a pedir empezar a trabajar, tomó el encendedor y vino la explosión.
“Se puso terco, y pues me dice no ya prendele y pues yo le insistía huele a gas, entonces agarré el encendedor pero pues ni siquiera hizo chispa ni nada cuando fue cuando ocurrió la explosión, solo recuerdo que pues me agarré de lo que pude y corrí por mi niño”:
Ese día transeúntes y automovilistas avisaron que había explotado un negocio ubicado sobre Felipe Villanueva y Constituyentes frente al estadio Nemesio Diez, como resultado había cinco personas lesionadas.
Tras acudir a revisión este jueves, Magdalena narró que sintió el estallido, pero le preocupa más su hijo de cuatro años, al que dejó sentado momentos antes en una de las mesas del local.
“No sentí los golpes, no sentí nada de fuego o que me quemara, no me dolía nada, tomé a mi hijo en brazos y salí a buscar ayuda y la gente comenzó a ayudarme, hasta después me di cuenta de que tenía quemado todo el cuerpo”.
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Expresó que fue un negocio de comida que involucró a otros
Las lesiones que le dejó la explosión a la joven madre de familia son en todo el cuerpo, lo que más le lastimó son las piernas donde necesitará injertos y en su niño, en manos, cara, un golpe en el pulmón y una herida en la espalda.
De momento no puede trabajar porque le auguran una recuperación lenta y para su hijo de unos dos años y su patrón que en un principio se acercó a ofrecer ayuda, ya se deslindó pese a que fue un percance en el trabajo, po exigió saber si apoyará o no.
Para hacer frente a las secuelas del accidente, madre e hijo deben recibir curaciones diarias, gastar en gasas especiales, pomadas, protector solar, y el niño requiere guantes y mascarilla especial que cuestan 18 mil pesos.
El esposo y padre del menor, José, compartió que debido a que tuvo que permanecer al lado del niño y su esposa en diferentes hospitales, perdió su trabajo, pero es él único que apoya a bañarlos, hacer curaciones, llevarlos a revisión, por lo que también pidió apoyo de la gente.
En pomadas especiales, material de curación, protector solar, la familia gasta en promedio unos cinco mil pesos a la semana.
SPM