Vida artificial a la chiquillada

Todo indica que esta será la semana definitiva para la discusión y aprobación en el Senado de la República del denominado Plan B de la reforma electoral. Pese a que algunos legisladores y líderes opositores habían vislumbrado un plan dilatorio para la discusión en el pleno de la cámara alta a efecto de que la Suprema Corte tuviera poco margen de maniobra a la hora de revisar las controversias constitucionales en la materia, pareciera ser que eso no ocurrirá. Si no pasa algo extraordinario, martes y jueves estaría prevista la revisión de lo que le falta a la reforma electoral.

En realidad, el Plan B ya está prácticamente aprobado en 90 por ciento de sus términos. Lo único que queda pendiente es la llamada cláusula de la vida eterna, esa reforma que de ser aprobada por los senadores permitiría a los partidos pequeños obtener votos que los ciudadanos no les otorgaron. Es decir que si el PT o el PVEM no logran 3 por ciento de los sufragios, al ir en alianza con otro partido, en este caso Morena, este partido le podrá “ceder” parte su votación para que los pequeños alcancen el susodicho porcentaje y con ello mantengan su registro y por ende sigan exprimiendo y gozando sin merecerlo de las prerrogativas

Difícilmente alguien que no forme parte de estos negocios disfrazados de partidos podría estar de acuerdo con esta fórmula. Se entiende, aunque no se justifica, que el partido mayoritario accediera a esta demanda de la chiquillada en la Cámara de Diputados, para mantenerlos como aliados en futuras elecciones. Los votos que ellos obtengan, aunque sean mínimos, abonarán a la causa de la Cuarta Transformación. Todo suma.

Sin embargo, el ciudadano merece un mínimo de respeto. Si el pueblo que es sabio de acuerdo con las palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador no da su voto de confianza a estos partidos, no tendría nadie porque darles vida artificial. Porque el pueblo en su sabiduría entiende que estos institutos, pero particularmente sus dirigentes, se han dedicado a lo largo de su vida a lucrar políticamente y económicamente.

Un claro ejemplo de esta manera de vender su alma al mejor postor es el PVEM. A nadie se le olvida como el Partido Verde fue de la mano de Vicente Fox en el 2000 cuando el panista le ganó la Presidencia de la República al PRI. En 2003, este mismo partido dio un giro y se alió al PRI, partido al que apoyó cuando Enrique Peña Nieto ganó la presidencia en 2012; repitió su alianza priista en la elección de 2018 con José Antonio Meade.

Y ahora que Morena está en la cúspide del poder, el Verde ha “coincidido” ideológicamente con este partido y lo apoya en prácticamente todas las elecciones estatales. Es por ello que al PVEM y al PT les interesa y apuestan por la aprobación en el Senado de la cláusula de la “vida eterna” porque de esa manera podrán seguir viviendo del erario.

REBURUJOS

Ya no hay precampañas en el Estado de México, pero ¿qué tal la difusión de encuestas? Un día sí y otro también, las dos principales alianzas quieren a toda costa convencer al electorado de llevar la delantera.

TAR