Los partidos políticos no están tan alejados de la polarización ideológica en México. Morena, PAN y PRI están más cerca de lo que pudiera pensarse; no obstante, la diferencia real se encuentra en la la polarización emocional, así lo explica Yanina Welp, investigadora asociada en el Albert Hirschman Centre on Democracy, Graduate Institute, de Ginebra, Suiza.
La polarización política ha sido tema de conversación muy controversial en los últimos años dentro de la sociedad mexicana. Se ha tomado como un fenómeno negativo que divide y que pone en riesgo la propia democracia; sin embargo, para la investigadora argentina esto no debe ser considerado así.
“La polarización en el debate público, en los medios, se asocia con algo negativo y no se suele definir. En las ciencias sociales la definimos. Hay una forma de entender la polarización, que es la clásica de la ciencia política, que se refiere a la distancia ideológica en la sociedad y en los partidos políticos”, expuso.
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El estado está en todas partes
Yanina Welp detalla que, desde la perspectiva, pueden presentarse distintos tipos de polarización como la de las élites frente al electorado, pero también puede haber una polarización ideológica, que se refiere básicamente a la división histórica del sistema de partidos entre la izquierda y la derecha, conservadores y liberales, cosmopolitas y nacionalistas, entre otros.
“La clásica división derecha-izquierda refiere a la expectativa sobre el rol del estado en la economía y la sociedad. Quien se ubique más a la izquierda va a esperar que el estado controle prácticamente todo, que no haya un sector privado, cero. Quien se ubique más a la derecha va a querer que no haya estado en absoluto. En el medio habría una opción de Socialdemocracia, que la salud y la educación tengan al estado como un actor clave, aunque haya también servicios privados. Y del otro lado, una definición de reducido rol del estado igual le atribuiría un rol, por ejemplo, en seguridad o en la justicia”.
La investigadora social señala que “el estado está en todas partes. En el bus que nos tomamos, en cualquier litigio, en un casamiento está el estado, en el registro de los chicos cuando nacen está el estado. Estas divisiones las genera el sistema de partidos. Y es una polarización buena porque, ¿qué es la política? La política es pensar alternativas. Si no hay alternativas, no hay debate político. Y sería importante que sepamos, que cualquier opción tiene puntos buenos y puntos malos”.
La polarización ideológica no es tan grande como se podría pensar
En las instalaciones de la Biblioteca Central de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), donde se llevó a cabo el 35 Congreso Internacional de Estudios Electorales, organizado por el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM); la investigadora abunda sobre otro tipo de polarización, la afectiva, de la que señala que “esta tiene que ver con las emociones, las ciencias sociales dicen que se genera como mega identidades partidistas”.
Menciona que en la actualidad, en el mundo existe un fenómeno que relaciona la polarización afectiva con la ideológica cuando intervienen los partidos.
“Una extrema polarización afectiva, que sería odios, o sea, odio al votante de otro partido en un sistema, va a derivar en una extrema polarización ideológica”, argumentó.
Yanina Welp menciona el caso mexicano con total claridad como ejemplo.
“Los datos que tenemos disponibles sugieren que en México, la polarización ideológica no es tan grande como se podría pensar. O sea que cuando se le pide al electorado que se ubique en la escala del 0 a 10 entre izquierda y derecha, los votantes de Morena, del PAN y del PRI no están tan lejos. Los del PAN están efectivamente más a la derecha como cabría esperar, pero entre el PRI y Morena no hay tanta distancia”.
Agrega “la media del votante de Morena no se ubica tan a la izquierda y; sin embargo, cuando se mide la polarización afectiva y se le pregunta al votante de Morena ‘¿usted se identifica más con el partido o más con Andrés Manuel López Obrador?’ Hay más gente que se identifica con López Obrador que con el partido. Y cuando se le pregunta al votante del PAN, ‘¿cuánto se identifica con el PAN y cuánto se identifica o se autodenomina usted mismo anti-López Obradorista?’ Hay más gente que se define como anti-López Obrador que como votante del PAN. Eso es la polarización afectiva”, dijo.
Los riesgos del populismo y sus dinámicas de propaganda
La conversación profunda en el papel de la mercadotecnia en la política y cómo el convertir a los políticos en productos termina por generar una polarización mayor, al buscar llegar más audiencias que a electores, y advierte que existe un riesgo porque ello genera un mayor gasto en publicidad que en comunicación política pues “la comunicación política es muy importante. Y la comunicación política es política pública también”, detalló.
La investigadora advierte sobre los riesgos del populismo y sus dinámicas de propaganda y el uso de simbolismo y eslóganes que remiten al fascismo, sobre lo que señala:
“Creo que hay mucha superficialidad en el debate público o en la conversación pública sobre el pasado. Y a menudo los jóvenes abrazan consignas sin saber qué es lo que están abrazando”, definió.
Al respecto agregó “hay cierta idealización superficial de símbolos que remiten a la violencia, que sin duda tienen que ver con cierta espectacularización de los referentes más que de los procesos históricos y justamente muy poca atención a qué significaron y qué pasó con esos procesos históricos”.
Por último, la investigadora comenta que la polarización permite el debate y la deliberación democrática, y es ahí donde radica su valor, pues a través de eso se permite la construcción colectiva de la sociedad.
“Es como entender que no hay soluciones definitivas ni mágicas, pero que sí hay soluciones que mejoran cosas, y que para hacerlo hay que hacer buenos diagnósticos, escuchar a los demás y, por supuesto, también defender posiciones”.
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