El retorno a clases presenciales, combinado con la tercera ola de contagios Covid, se ha convertido en una verdadera disyuntiva para las familias.
Por un lado, estiman la necesidad de que sus hijos comiencen a hacer una vida “normal” con convivencia presencial. Por el otro temen un eventual o inevitable contagio de Covid y pues ya se ha confirmado que sí hay niños de cero a 15 años hospitalizados y con cierto índice de muertes.
El presidente de la república mexicana, Andrés Manuel López Obrador, insiste en que no hay marcha atrás con el regreso a clases presenciales, basado, dijo, en estudios psicosociales, emocionales y psicológicos, asegura que es un acto corresponsable y por lo tanto seguro para los estudiantes, que hay que recordar, no están vacunados.
Ante esta orden, la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez, llamó a colaborar con el sistema educativo, con la comunidad escolar y a llevar a sus hijos a las aulas, que son el lugar más seguro para los niños, dijo que en muchas ocasiones sufren violencia en los hogares.
Hasta aquí todo está bien. Sin embargo, la actitud de las autoridades educativas de obligar a los padres de familia a firmar una carta responsiva no ha gustado mucho.
Es una lucha que el Frente Nacional por la Familia ha tomado como propia. Además de repetir en innumerables ocasiones que no es seguro el regreso a clases presenciales en este momento, cuando el número de contagios por Covid-19 sigue a la alta, y los niños no están vacunados, por lo que con la movilidad y convivencia, se convierten en el blanco número uno del nuevo coronavirus.
Y ellos lo saben, dice, Jair Martínez, presidente de este movimiento, quien asegura que, para lavarse las manos por la ola de contagios, hospitalizaciones y hasta muertes de los pequeños, se quieren lavar las manos con la creación de una carta responsiva que los padres deben de firmar antes de ingresar a las clases a sus hijos.
Con ella pretenden que los padres asuman toda responsabilidad contra cualquier eventualidad y hasta culparlos si su hijo llega a contagiar a los demás, porque los padres deben garantizar que su hijo no va contagiado a clases.
Agrupaciones de padres de familia y en grupos de redes sociales, las quejas contra el sector educativo se multiplican. Aseguran que en las escuelas pretenden hacerlos firmar dicha carta y si no, no inscriben a los chicos. Aunque seguramente después de que el presidente AMLO culpó a los conservadores de crear la famosa carta, ahora les permitan entrar sin firmarla.
A esto se suman las cuotas de padres de familia que van de 500 a 800 pesos y aunque el secretario de educación del Estado de México insiste en que no son obligatorias y no deben condicionar a la inscripción de los educandos, la realidad es otra. O firmas y pagas, o no hay inscripción.
En fin, la moneda está en el aire y muchas madres trabajadoras que no pueden cuidar a sus alumnos, no tendrán más alternativa que firmar, pagar y mandar a sus hijos a la escuela y “pues a ver qué pasa”.
Por pocos que sean los que asistan a las escuelas de manera presencial, el “laboratorio educativo” comenzará sus investigaciones para ver a cuánto asciende la exposición de la comunidad escolar -niños, padres, empleados, maestros y familias-. ¿Será un efecto domino?
¿Pero, qué tan grave? Comenzará a haber resultados a partir de la segunda semana de septiembre. No adelantemos vísperas.
ASME
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